Nepal: las redes como arma para la sedición

Las protestas de la llamada “generación Z” que obligaron a renunciar la semana pasada al primer ministro de Nepal, Khadga Prasad Sharma Oli, llamaron la atención de buena parte del mundo, incluso muchos que no conocían a este país ubicado en el Himalaya, entre la India y el Tibet, debido a que, en apariencia, la revuelta fue provocada por la prohibición de 26 plataformas sociales, entre estas, las muy conocidas Facebook, X y YouTube.
Argumentaban que eso iba en contra de la libertad de expresión y que a través de las mismas podían denunciar a los “nepokids”, por su lujoso estilo de vida, muy en contraste con el resto de la población.
Las movilizaciones condujeron a la muerte de 72 personas, mientras eran incendiados innumerables edificios gubernamentales, algunos de ellos de un alto valor histórico, lo que generó la persecución de funcionarios y exfuncionarios, algunas de sus viviendas envueltas en las llamas con personas adentro, como el caso de Rajya Laxmi Chitrakar, esposa del exprimer ministro Jhalamath Khanal, quien sufrió graves quemaduras por las cuales murió.
Sin embargo, la mayoría de los medios intentaron reseñarlo como una explosión espontánea de los jóvenes nepalíes, casi dándole tintes románticos y heroicos, con un trasfondo que va mucho más allá, pues implica la situación de este país y su rol en el campo de la estrategia occidental que se desarrolla contra China, especialmente por sus muy codiciados recursos hídricos, pues posee 2,7% de las reservas de agua dulce del mundo, procedentes de los glaciares y ríos provenientes del Himalaya.
Algunos analistas han mencionado que varios líderes estudiantiles —aunque se ha tratado de hacer ver que no cuentan con liderazgo definido—, en los meses previos mantenían contactos con las ONG extranjeras financiadas por quienes han promovido revoluciones de colores en distintos países como la denominada “primavera árabe”en 2010. La indignación fue fabricada durante meses en redes, es decir, no fue algo espontáneo.
Intenciones. El analista español Iñaki Gil de San Vicente, en una entrevista reseñada por Telesur, asegura que detrás de todo esto existe la intención de regresar al sistema monárquico como una estrategia impulsada desde Occidente, para lo cual han puesto en marcha una nueva edición de la “revolución naranja”, a fin de generar tensiones con China, así como lo han hecho desde el Tibet.
Sostiene que la mayoría de los integrantes de la “generación Z” provienen “de clases acomodadas que perdieron influencia tras la expulsión del rey en 2008 y ahora impulsan un discurso favorable a la restauración monárquica”.
Vale decir que Nepal está gobernado por el Partido Comunista y apenas en diciembre pasado Sharma Oli firmó un convenio con China para la Iniciativa de la Franja y la Seda, lo cual incomodó a muchos.
Ante esto, Gil de San Vicente advierte que una “revolución naranja” como la que a su juicio ocurrió en Nepal, “como un mecanismo manipulador no orgánico, revierte avances socialistas y busca también revertir la democracia republicana mediante el control digital y el cinismo antipolítico”, con el imperialismo explotando vulnerabilidades de la población.
El analista y exembajador de Venezuela en Israel, Ángel Tortolero, por su parte, contextualiza recordando la guerra cognitiva, que contempla los “fake news, la posverdad, las mentiras y esa arma la cargamos en nuestro bolsillo, es el telefonito, las redes sociales, donde se transmiten los mensajes codificados en la mayoría de los noticieros occidentales”.
Tortolero, quien es diputado, apunta que “lo ocurrido en Nepal es parte de un sistema muy complejo. Es lamentable que la juventud sea penetrada por esta vía, en buena parte porque no tienen mecanismos de protección, al no tener debate social de la política, caen en la inmediatez, el no razonamiento”, a la espera de soluciones rápidas a sus problemas más graves.
Contenido
En Venezuela también hicieron su ensayo
Lo sucedido en Nepal, con unas revueltas que tienen su origen en las redes sociales, no es extraño a Venezuela, que en 2002 vivió el primer golpe mediático en la historia del mundo, cuando todavía esas herramientas tecnológicas de comunicación no estaban desarrolladas, pero sí el año pasado, con las protestas exacerbadas precisamente a través de estos mecanismos, especialmente mediante la plataforma de mensajería WhatsApp.
El exembajador Ángel Tortolero recuerda cómo mediáticamente, “desde el 98 comenzaron a decir que el comandante Hugo Chávez era un asesino compulsivo, que venía a freír en aceite las cabezas de los adecos y los copeyanos, etcétera”.
El analista destaca que con los mensajes de texto, el internet, el Messenger, “que era lo que había en esa época, la prensa escrita, los canales de televisión nacionales y extranjeros, las agencias de noticias, llevaron a que se dieran los hechos del 11 de abril, pero no les funcionó porque el pueblo estaba suficientemente preparado y en menos de 48 horas restableció al comandante Chávez en el Palacio de Miraflores”.
El año pasado, con las redes sociales en plena ebullición y una matriz que fueron construyendo durante más de un año, impusieron la tesis del supuesto triunfo del candidato opositor, generando violencia.
Los que aspiran el retorno de la ya añeja monarquía
El analista Iñaki Gil de San Vicente subraya las intenciones de regresar a un sistema monárquico como una de las razones subyacentes de las protestas juveniles que derivaron en la renuncia del primer ministro, K. P. Sharma Oli, sustituido por la expresidenta del Tribunal Supremo, Suhila Karki, de 73 años y quien contó con el respaldo de la no muy imparcial Human Wrigths Whatch, cuando en 2017 el Parlamento y el Partido Comunista-Maoista intentaron una moción de censura por su presunta intromisión en los asuntos del Ejecutivo.
Tal vez no por casualidad, ella fue la que obtuvo mayores preferencias en una consulta abierta a través de la plataforma Discord, una de las que lideró las protestas.
En medio de las mismas volvió a surgir el nombre del exrey Gyanendra Shah, cuyo nombre, tal vez tampoco por casualidad, fue puesto sobre la mesa como una alternativa.
Depuesto en 2008 para dar paso a esta etapa republicana, el exmonarca regresó al país en marzo pasado —justo cuando comenzaba a germinar este proceso— y fue recibido en el aeropuerto de Katmandú, capital de Nepal, a los gritos de “¡Viva el rey! Viva el rey!”, y “¡Queremos monarquía!”. Las protestas a su favor en las siguientes semanas dejaron al menos dos muertos y decenas de heridos.