21 septiembre, 2025
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Hace algunos años en un encuentro sobre afrodescendencia y descolonización de la memoria que organizamos en Caracas y otros estados del país, especialmente Guárico, pues estaba dedicado a Juan José Rondón.  Íbamos viajando por tierra con nuestro querido amigo Mbuyi Kabumda, congolés, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y estudioso de África. Mbuyi iba absorto, mirando por la ventana con un interés casi infantil por el paisaje.  Eso me llamó mucho la atención pues Mbuyi era un hombre de mundo. Cuando llegamos a la tierra de Rondón, Santa Rita de Manapire, nos esperaba ese pueblo feliz de ser sede de un evento internacional. Le comenté a Mbuyi que me intrigaba su interés por el paisaje. Me contestó que estaba realmente impresionado del paisaje, no por la naturaleza, sino por la infraestructura que veía a lo largo del mismo. ¿Cómo, por qué?, pregunté.  Me explicó lo que veía: es que somos países que fueron colonias, pero en África, en el Congo, los colonialistas no dejaron nada, no construyeron nada, arrasaron con la naturaleza y lo siguen haciendo sin dejarle nada al país. Aquí veo fábricas, siembras, edificaciones, carreteras asfaltadas, eso me impresiona mucho, me dijo.

Sentí lo que sentía Mbuyi, no había que racionalizar nada. No había que explicar la diversidad espacio-temporal de los procesos coloniales en América y África.  No, eso sería una torpeza ante la verdad extrema de la colonización y el imperialismo como formas de extracción de vida de nuestros pueblos, ese sentimiento anticolonial, no puede tener tiempo y espacio, es demasiado profundo. Es necesario sentirlo, más que entenderlo. Eso es lo que veía Mbuyi.

En la mayoría de los encuentros académicos e intelectuales que hacemos hablamos como máquinas sobre la colonización y la colonialidad; no de los sentimientos y la acción a que esos estados deben movernos.

En una entrevista que le hicieron a Ibrahim Traore, decía: nosotros no queremos seguir viviendo en estado de mendicidad crónica, no podemos permanecer para siempre en situación de necesidad, viviendo de ayudas que nos haga ser dependientes. Queremos poder producir, no podemos vivir eternamente de ayuda humanitaria. La soberanía es algo bueno, pero no puedes hablar de soberanía mientras tiendes la mano para pedir comida. No hay dignidad en ello. Traore, piensa sintiendo la colonialidad y actúa para sentir la soberanía.  La mendicidad crónica no es una categoría, es el enemigo histórico.

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