8 diciembre, 2025

Luis Alejandro Sampayo Cabada | ¿Estrategia maestra? ¡Comprendiendo la ‘regla de los tres golpes’ en el pádel!

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DAT.- El pádel, un deporte que ha conquistado canchas y aficionados alrededor del mundo, se distingue por su particular reglamento que fomenta un juego dinámico, estratégico y espectacular. Una de las normas más trascendentales, aunque a menudo malinterpretada por los principiantes, es la conocida «regla de los tres golpes». Más allá de ser una mera restricción, esta directriz es el corazón táctico del juego, dictando el flujo de los puntos y exigiendo a los jugadores una combinación de precisión, paciencia y visión estratégica. Su correcta comprensión y aplicación no solo evita errores no forzados, sino que también abre un abanico de posibilidades ofensivas y defensivas, elevando el nivel de juego y la emoción en cada intercambio.

Explica Luis Alejandro Sampayo Cabada que la esencia de la regla reside en el servicio. Para que un saque sea válido, la pelota debe botar una vez en el campo de servicio del oponente y, antes de ser golpeada por este, puede tocar una o dos paredes (lateral o de fondo) dentro de ese campo. Lo que popularmente se conoce como la «regla de los tres golpes» se refiere al concepto general de que un jugador, o una pareja, puede golpear la pelota un máximo de tres veces seguidas antes de pasarla al campo contrario, incluyendo el saque y la devolución. Esta interpretación, si bien simplifica la complejidad, realmente apunta a la importancia de la cadena de acciones y reacciones que se desencadenan desde el servicio. Dominar la secuencia y los tiempos es crucial para construir puntos y presionar al rival desde el primer momento.

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El saque: La primera estrategia de tres golpes

El saque en pádel es un golpe fundamental, la primera oportunidad para establecer una ventaja táctica. Un saque reglamentario implica que el jugador, al servir, golpea la pelota después de un bote en su propio campo, por debajo de la altura de la cintura. Tras cruzar la red, la pelota debe botar una vez en el cuadro de saque del oponente. Aquí es donde comienza la «secuencia de tres».

El oponente, para devolver el saque, puede dejar que la pelota bote en el suelo y luego en una o dos paredes, o directamente golpearla después del bote en el suelo antes de que toque cualquier pared. Si la pelota toca tres paredes antes de ser golpeada por el restador (es decir, bota en el suelo y luego toca dos paredes, sumando tres rebotes), el saque sería nulo, y se consideraría una infracción.

La clave táctica reside en la capacidad del restador para anticipar el rebote. Un saque bien colocado, con efecto y velocidad, que obligue al oponente a un rebote complicado contra la pared, puede generar una devolución débil o un error. Por otro lado, un restador hábil buscará anular el efecto del saque y buscar una devolución profunda y con trayectoria complicada para tomar la iniciativa del punto. La interacción entre el saque, el primer bote y el posible rebote en la pared crea una dinámica de tres elementos que requiere una lectura rápida y una ejecución precisa por parte de los jugadores.

Dominando la secuencia: Más allá del servicio

Más allá del saque, la «regla de los tres golpes» se extiende a cómo se juega el punto. Cada vez que la pelota pasa al campo contrario, el equipo receptor tiene la oportunidad de golpearla después de un bote en el suelo, permitiendo que la pelota toque las paredes antes de ser devuelta, siempre y cuando no bote dos veces en el suelo. Sin embargo, la prohibición de que la pelota bote dos veces en el propio campo antes de ser golpeada o que toque tres paredes antes del golpe del receptor, configura un ciclo de acción-reacción constante. Los jugadores deben pensar en cómo su golpe obligará al oponente a lidiar con estos rebotes, buscando que la pelota quede inmanejable.

Los jugadores experimentados utilizan esta regla a su favor, empleando golpes como la «bajada de pared» o la «salida de pared» para manipular los rebotes y complicar la devolución del rival. La estrategia no se limita a golpear fuerte, sino a colocar la pelota de tal manera que, tras rebotar en el suelo y luego en una o dos paredes, el oponente se vea forzado a una posición defensiva o a cometer un fallo.

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La anticipación de estos rebotes y la habilidad para golpear la pelota en el momento justo (ya sea antes o después de la pared, pero siempre antes del segundo bote en el suelo) es lo que distingue a los jugadores avanzados. Esta particularidad del pádel convierte cada punto en una secuencia de decisiones rápidas y cálculos de trayectoria, haciendo del juego un verdadero ajedrez sobre la cancha de cristal.

(Con información de Luis Alejandro Sampayo Cabada)