Lamata y la historia – Últimas Noticias
Venezuela ha recibido uno de los embates más duros de los últimos años: el fallecimiento de Luis Alberto Lamata. No es una exageración, mucho menos una oda retórica, clásica en momentos luctuosos como este. Se trata de la pérdida de uno de los cineastas más importantes del país, cuyo arte no se limitó a la creación estética de su obra, sino que además su quehacer poético fue una militancia permanente por la patria y un vehículo fundamental para la reflexión crítica de nuestra historia.
Cineastas, especialistas, promotores y espectadores del cine venezolano, como es debido, lamentan en redes sociales y medios de comunicación la partida del destacado realizador. Sin duda alguna, una baja irreparable de la creación fílmica de nuestro país, por su trayectoria y la indiscutible calidad de su trabajo.
También la intelectualidad comprometida, profesionales de la historiografía y las ciencias sociales, en general, generadores del pensamiento crítico actual desde diversos ámbitos académicos y políticos, resienten el tránsito temprano de Lamata, porque sus cavilaciones siempre giraron en torno a la difícil conformación de nuestra identidad nacional, con sus pugnas y tensiones, constituyéndose en uno de los motores principales de su creación cinematográfica.
Desde la película Jericó (1991) hasta la serie Carabobo, caminos de libertad (2024), pasando por Desnudo con naranjas (1995), Miranda Regresa (2007), Taita Boves (2010), Bolívar, el hombre de las dificultades (2013) y Azú (2013), Luis Alberto nos mostró las duras e intensas contradicciones entre las fuerzas espirituales que nos conforman como individuos de esta patria en permanente construcción.
De alguna forma, todas y todos somos el fraile dominico Santiago tratando de mantener su fe ante la fuerza incontenible de nuestros ancestros, realidad con la cual irremediablemente nos fundimos; somos el indio rebelde y enamorado en busca del “bilongo”; somos el negro cimarrón luchando por su emancipación; también somos el Libertador Bolívar venciendo las peores dificultades.
Eso se lo debemos a nuestro accidentado devenir; también a creadores de la talla de Luis Alberto Lamata, quien con sus dramas históricos nos hizo reflexionar sobre nuestra identidad nacional y su nunca acabada concreción.
Por tal razón, su ida siempre la consideraremos temprana e irreparable.
