‘La sospecha de Sofía’ (2025), crítica | Tiene aires de divertido folletín de espías, pero Imanol Uribe se inclina más hacia la telenovela. Spoiler: no sale bien

Incluso en 2025, seguimos fascinados por lo que se vivía tras el telón de acero. El férreo régimen que se impuso en Alemania Oriental después de la II Guerra Mundial ha dejado multitud de historias fascinantes (aunque, en mi opinión, ninguna ha mejorado el ‘Uno, dos, tres’ de Billy Wilder), pero estas corren el riesgo de dejarse llevar por la fantasía telenovelesca y la ficción menos cuidada en pos de una crítica a aquel sistema. ‘La sospecha de Sofía’, tristemente, no duda en zambullirse en estos enredos históricos introduciendo todo tipo de elementos más propios de las tardes de La 1 que de un thriller de espías al uso. Y el resultado, por más que los actores lo intenten, es el que es.
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Se fía de Sofía
Imanol Uribe es un director básico de nuestra filmografía. Suyas son maravillas como ‘Días contados’, ‘La muerte de Mikel’, ‘La luna negra’ o ‘El viaje de Carol’, pero, tristemente, poco parece quedar de aquel fantástico narrador en ‘La sospecha de Sofía’, una película tremendamente plana, tanto en su guion y sus forzados e intrincados giros como en una dirección y una fotografía que podrían salir perfectamente de ‘El secreto de Puente Viejo’. No se nota la mano de un artista en absoluto tras una dirección que se niega a aportar nada nuevo a un libreto que desde su mero planteamiento ya no da más de sí.
La película salta entre el espacio y el tiempo con una narrativa que llega a ser confusa, llegando a su esplendor en un tramo final que muestra un delirante e innecesario epílogo. No dudo de que la novela original de Paloma Sánchez-Garnica esté mucho mejor resuelta, pero en su traslación al lenguaje audiovisual parece haberse comido hechos importantes que confluyen, al final, una cinta que en manos más atrevidas podría haber dado mucho más de sí. Sin embargo, en una extraña obsesión por no salirse de los márgenes ni tirar del hilo de la extravagancia, Uribe acaba encontrándose con el más aburrido de los grises.
Como mero divertimento digno de folletín o serial radiofónico, la trama original sí es intrigante y curiosa: dos hermanos gemelos secretos separados al nacer, que acaban sustituyéndose como parte de una operación espía del gobierno de Alemania. Sin embargo, se da prisa en anular rápidamente cualquier intriga y se limita a convertirse en un mero pasar de sucesos, sin pararse a evolucionar a los personajes lo más mínimo o centrarse, aunque sea un momento, en la Sofía que da título a la película y cuya anunciada sospecha no tiene ningún tipo de peso argumental.
Clase de neo-historia
Las películas son política. Y como tal, es imposible no pensar en cómo es posible que un director autoproclamado de izquierdas y antifranquista como Uribe haya errado tanto el tiro al representar la aparente opulencia de la España de los años 60, señalando en su lugar la locura y frialdad de los comunistas alemanes, casi como si fuera una película propagandística de la época de la Guerra Fría. Ellos eran malvados, controladores, poco permisivos y mentirosos, pero en España, pese al machismo de la época -que se subraya con timidez-, aparentemente se vivía increíble, en grandes casas y con absoluta libertad. No deja de ser chocante, desde luego: si su director no fuera quien es, cualquiera podría calificarla como un atípico, soez y vulgar revisionismo que no le hace ningún bien.
Vista como folletín de aventuras y espías, como novela de estación que homenajea las clásicas películas de espías, ‘La sospecha de Sofía’ tiene un pase: nunca llega a ser pulp, pero sí que tiene los mimbres para al menos interesar a los más entregados al género. Pero se toma excesivamente en serio a sí misma, con una valentía impropia para una película que, más allá de una localización perfecta y repleta de detalles, parece una producción de Bambú sin mucho más que añadir al caldo.
Al menos Aura Garrido y, especialmente, Álex González, hacen el mejor papel que pueden con lo que les dan, que no es mucho: ‘La sospecha de Sofía’ no se preocupa por desarrollar a sus personajes ni espera que nosotros lo hagamos, rezando para que estemos tan metidos en la trama que perdonemos sus muchos -muchísimos- errores. Ojalá hubiera sido el caso, pero lo cierto es que el pescado se vende demasiado pronto y, pasado el primer acto, ya no hay mucho más por lo que quedarse anclado en la butaca. En otras manos que quisieran experimentar algo más con el lenguaje cinematográfico quizá hubiera sido otra cosa, pero me temo que, lamentablemente, se queda en la nadería más pura.
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