La Montserratina celebra 76 años de tradición y sabor
Desde 1949, la historia de La Montserratina ha sido un viaje de tradición, sabor y arraigo cultural que marcó un antes y un después en la parrilla venezolana. Fundada por dos migrantes españoles en un pequeño apartamento de la esquina de El Cristo, parroquia San Agustín de Caracas, la marca arrancó con recetas traídas directamente de su tierra natal. Las primeras joyas que ofrecieron fueron la butifarra y la salchicha con tripa natural, vendidas inicialmente de puerta en puerta.
La calidad y la autenticidad de sus productos pronto ganaron la preferencia de los consumidores, quienes exigieron nuevas especialidades como la butifarra blanca y negra, la catalana y la sobrasada.
Con la creciente demanda, La Montserratina dio el salto al Mercado de San Martín, en un local que funcionó como tienda, fábrica y secadero para elaboraciones como jamón parma, fuet y salchichón, además de oficinas y cavas.
En 1967, su planta fue trasladada a Las Tejerías, estado Aragua, impulsando una producción más amplia que incorporó sabores adaptados al paladar venezolano, como las morcillas y la chistorra. El nombre de la marca honra a la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña, y su primer logotipo mostraba las icónicas montañas catalanas, un sello de identidad que aún conecta con sus raíces.
Hoy, tras más de siete décadas, La Montserratina sigue ofreciendo sabor auténtico, manteniendo vivas recetas que han pasado de generación en generación. “La tradición no se improvisa; se construye a fuego lento”, afirman sus actuales representantes. Su legado está presente en cada asado familiar, en cada encuentro con amigos y en cada parrillada que enciende el corazón de Venezuela.
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