18 octubre, 2025
¿Le creerán a Elon Musk?

No es la primera vez que un presidente yanqui amenaza con invadir Venezuela. De hecho, mi padre escribió un pequeño libro titulado La invasión de míster Ford, aludiendo al diferendo que el presidente Ford tuvo con el presidente Carlos Andrés Pérez, porque CAP enviaba petróleo venezolano a Cuba como parte de un intercambio con la URSS.

Ese libro se vendió bien y aún se consiguen ejemplares usados en las redes, pero entonces, como ahora, las posibilidades de un desembarco yanqui siguen siendo remotas. Pero el punto antes como ahora sigue siendo si los Estados Unidos, primera economía del planeta tienen derecho a invadir cualquier país, sobre todo si es en comparación “chiquito”, cuyo Gobierno no guste en Washington.

A lo que se debe añadir “inventando míster Trump cualquier acusación sin pruebas o simplemente disparatada”.

Es sabido que el tráfico de drogas prohibido hacia Estados Unidos se desvió desde el Caribe hacia el Pacífico desde hace décadas. Esto ocurrió desde que los capos colombianos olfatearon que por el Caribe se estaba poniendo muy costoso el tráfico de estas drogas, ya que la corrupción de los agentes yanquis y latinos mayameros subía a diario, algo que no sucedía por el Pacífico.

Luego vinieron los capos mexicanos a colocar su territorio como “almacén” mientras encontraban mejor momento para trasegar “la mercancía” “al otro lado de la raya”.

Los militares estadounidenses saben que el tal “Cartel de los Soles” no existe ni puede existir, dado que, en el mundo de las drogas, la producción, trasiego y venta es monopolio y exclusivo de los colombianos, que solo pagan por el peaje a quien les garantice el paso.
Y “quien les garantice” puede ser cualquiera, como lo prueba la detención de un diputado del Gobierno atrapado en flagrancia con varios “palos” de droga.

Pero es que míster Trump, aparte de gritón y aguajero, sabe que, una vez cometida la invasión, comenzará la guerra de resistencia, cuyo resultado se contará en ataúdes gringos regresando a su país.

Y esto es lo peor que le puede pasar a Donald Trump, quien, como el pedalista que no se puede parar sin bajar los pies, tiene que ver cómo viola la Constitución para intentar un tercer mandato o, al menos, cómo hace para salir de la Casa Blanca con aura de popularidad.

Algo difícil, pero de todas maneras hay que estar atentos, con Nicolás Maduro de ariete.

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