Israel asesina al destacado periodista Anas Al-Sharif junto a 4 colegas más en Gaza

Al menos siete personas resultaron muertos por una bomba israelí lanzada en horas de la noche de este domingo, donde se incluye al corresponsal de Al Jazeera, Anas Al-Sharif, corresponsal y Mohammed Qreiqea, otro de los pocos periodistas que aún resisten en la Franja de Gaza.
Anas Al-Sharif, de 28 años, era uno de los rostros más reconocibles del periodismo en Gaza. Durante 22 meses, sin interrupción, documentó el sufrimiento del pueblo palestino bajo el fuego israelí. Sus reportajes, transmitidos en árabe y retransmitidos en todo el mundo, mostraban hospitales colapsados, niños mutilados, familias desaparecidas bajo los escombros.
Poco antes de su muerte, escribió en redes sociales: «Bombardeos ininterrumpidos…, la agresión israelí contra la ciudad de Gaza se ha intensificado». El ejército israelí no solo admitió el ataque, sino que justificó el asesinato de Al-Sharif acusándolo de pertenecer a Hamás y de lanzar cohetes contra civiles israelíes, algo que carece de cualquier tipo de veracidad.
Cabe destacar que hasta la fecha se contabilizan 232 periodistas fallecidos en la Franja, según datos de la ONU, y más de 380 han resultado heridos. Gaza se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Los chalecos de prensa, lejos de proteger, parecen convertirse en blancos. «Nuestros chalecos nos están convirtiendo en objetivos. Es una sentencia de muerte», denunció la reportera libanesa Christina Assi, quien perdió una pierna en un ataque similar.
Pero el silencio no solo llega por las bombas; también llega por el hambre. Los periodistas en Gaza no solo informan sobre la hambruna, sino que la padecen. Muchos no tienen acceso a electricidad, internet ni alimentos. “Me tambaleo de hambre, tiemblo de cansancio y lucho contra el desmayo”, escribió Al-Sharif semanas antes de su muerte. “Gaza está muriendo y nosotros estamos muriendo con ella”. Sus palabras, ahora proféticas, resuenan como un grito de socorro que el mundo insiste en ignorar.
La comunidad internacional ha emitido condenas, pero no ha detenido los ataques. Países como Gran Bretaña, Francia y Grecia han criticado la expansión de la ofensiva israelí, pero sin sanciones reales. Mientras tanto, en Tel Aviv, cientos de israelíes salieron a las calles exigiendo el fin de la guerra y la liberación de rehenes, bloqueando carreteras y quemando neumáticos. Incluso dentro de Israel, la paciencia se agota
Pero el costo más alto lo pagan los que, como Anas Al-Sharif, eligieron no callar. En un artículo publicado por el Instituto Watson de la Universidad de Brown, el periodista Nick Turse advierte que el mundo depende cada vez más de corresponsales locales en zonas de conflicto, periodistas que trabajan con recursos mínimos y sin protección. En Gaza, el 46% de los periodistas asesinados lo fueron en la ciudad de Gaza, y el 80% tenía entre 21 y 40 años. Son jóvenes que arriesgan todo para que el mundo no olvide.