Hoy en TV, la obra definitiva de Christopher Nolan que arrasó con todo en su momento

Con una concepción tan maximalista del cine, explorando conceptos de cierta complejidad científica a través de imágenes visuales potentes, es complicado hablar de una obra especialmente personal para Christopher Nolan. Pero siendo alguien que se crio siendo expuesto al pánico nuclear durante la guerra fría, es fácil pensar en ‘Oppenheimer’ como una indagación personal en sus inquietudes.
Una bomba imparable
Es uno de los aspectos que hace pensar en este biopic como su obra definitiva, sabiendo trascender las limitaciones de este tipo de película y hacer que hable coherentemente de ideas que le han ido obsesionando. Hoy este fenómeno se podrá ver en televisión a través de La 1 a partir de las 22 horas (también en streaming a través de Movistar+).
La guerra contra los nazis se está intensificando, y Robert Oppenheimer es designado para liderar una misión científica que haga avances en el campo de la física nuclear y poder crear una bomba atómica que sea el mayor elemento de persuasión contra el mundo. Determinado en su objetivo, una vez logrado el científico empezará a cuestionarse la conveniencia de su creación y el uso que se le piensa dar.
Con Cillian Murphy interpretando con increíble temple esta visión de uno de los científicos clave del siglo XX (para bien y para mal, tal y como plasma la propia película), Nolan explora interesantes ambivalencias para salirse de patrones establecidos en su cine. Con una estructura doble donde se cambia de perspectiva además de color de la fotografía, van siguiéndose los eventos clave en la vida académica y política de Oppenheimer tanto vistos por él mismo como interpretados por otros.
La política es clave en esta película, mostrando al protagonista como alguien que acaba derivando en lo segundo quiera o no, y también examinando el peligroso interés que deposita Estados Unidos en este descubrimiento, yendo más allá de la necesidad de vencer a los nazis. Nolan señala la complicada relación que la ciencia llega a mantener con el poder, y como puede supeditarse al mismo para derivar en consecuencias fatales para el resto del mundo.
Es una desasosegante sensación acentuada por el camino de automartirio que parece seguir el propio Oppenheimer en un tramo final de película donde se transforma en una película de juicios sin un verdadero juicio. Nolan exhibe una madurez fílmica extraordinaria además de su esperable maestría técnica, creando un artefacto imparable tanto en taquilla, donde recaudó 972 millones de dólares, como en los Oscars, donde ganó siente premios incluyendo el de mejor película.
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