Hacer del número dos – Últimas Noticias
Caminar por algunos lugares de Caracas es prácticamente un deporte extremo: el caos y el calor lo impregnan todo. Lo cierto (y no es un chiste) es que me dirigía (10/10/24) a la esquina El Chorro cerca de La Hoyada para asistir a un foro sobre Caracas Inteligente: “Experiencias pilotos de Ciudad Inteligente”. Al salir del foro, ya en la calle en pleno mediodía, un súbito y momentáneo frío me invadió cuando alcancé oír a una niña decir: “Abuela, quiero hacer del número dos”.
“Ya comienza Cristo a padecer”, dije para mí cuando me puse en el lugar de la abuela y en los zapatos de la niña. La realidad vivida y sentida esa mañana convirtieron en ironía el contenido del foro: uso de tecnologías montadas sobre internet para la gestión de los servicios comunitarios, y la venta-compra por algunas “comunidades” de cámaras de vigilancia con software de reconocimiento facial contra el delito (¿?).
Creemos que antes que las “Ciudades Inteligentes”, pudiéramos dedicarnos a consensuar y construir la Ciudad Saludable: respetuosa, ecológica, comunal.
Fray Juan de Torquemada, Bernal Díaz del Castillo y otros cronistas españoles que llegaron al Anáhuac-Tenochtitlan (hoy México) con y posterior a la invasión europea, que los aborígenes, los indígenas como fueron llamados, eran muy sanos hasta que llegaron las epidemias.
Sobre el tema del “número dos” que pudo haberles llamado la atención, Díaz del Castillo y Torquemada cuentan que los mexicas en la ciudad de Tenochtitlan hacían “sus necesidades en unas casas llamadas maxixato que posteriormente eran limpiadas y depositada la hienda en barcos amarrados en sitios estratégicos para después utilizarla para abonar la tierra”.
Era obvio que les llamaran la atención: la limpieza, la higiene, bañarse a diario, la organización de la ciudad, el mercado, la educación, el deporte, etc.
Tenochtitlan para la época era una de las ciudades más avanzadas, pobladas y bellas del mundo.
Para 1430 las regulaciones eran estrictas: no se podía vender ni comprar fuera de los mercados, en consecuencia, pocos se atrevían a comer en las calles de la ciudad o tirar basura, aunque habían recolectores de desechos especiales en los barrios.
Las Ciudades Saludables son territorios de paz, sus calles, plazas y parques deben invitar al encuentro, al abrazo fraterno. La Ciudad Saludable es humana, donde se cumplen y respetan las leyes.
