¿Guerra civil o internacional? (2)

Los republicanos, que se hicieron llamar patriotas para diferenciarse de los peninsulares, propagaron y asimilaron el conflicto entre americanos y españoles. El propio Bolívar en el decreto de Guerra a Muerte de 1813 hizo una división entre americanos con españoles y canarios para favorecer la opinión de estar en una confrontación contra aquellos no nacidos en la América. La realidad numérica, como expusimos en la primera entrega, era distinta.
La república no era comprendida y menos digerida por el grueso de la población. Era asociada a un proyecto personal de los blancos criollos, explotadores y enemigos inmediatos de las demás clases contra el rey. El Libertador confirma el rasgo civil en el Manifiesto de Carúpano en 1814: “Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramando vuestra sangre, incendiando vuestros hogares, y os han condenado a la expatriación”.
Se debe considerar que para esta época los criollos hispanoamericanos establecieron repúblicas, unas más estables que otras, que fomentaron y cultivaron la conciencia nacional. Fueron los criollos los que proyectaron en sus cartas y proclamas el carácter internacional del conflicto para atraer la mirada de Gran Bretaña y Estados Unidos, países que pretendieron sumar como aliados durante el proceso revolucionario.
La idea de estar en una guerra de americanos contra españoles fue sostenida con más fuerza por Bolívar en la carta de Jamaica: “Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas la artes y ciencias”. Fuera de la ley no éramos españoles, decía Bolívar, sino americanos con características propias.
Es cierto que el resultado de la conflagración generó una nueva dinámica mundial. La América hispana dejó de ser una propiedad española para convertirse en experimento de repúblicas. No obstante, esto fue una consecuencia y no la realidad cotidiana de la contienda en Venezuela, donde en los campos de batalla había más venezolanos que españoles. Las unidades peninsulares de Morillo fueron diezmadas muy pronto por las enfermedades y otras vicisitudes del trópico. En 1821, según Nectario María, ese ejército peninsular era numéricamente muy reducido a unos 3.461 españoles, mientras que 7.240 eran nacidos en el país.