Entender la radio (4) – Últimas Noticias

Tenemos años alertando sobre los teléfonos inteligentes (smartphones); hemos dicho que no son teléfonos inteligentes, son teléfonos de inteligencia, ya que a través de ellos entregamos toda nuestra vida privada y pública. Lo imperdonable es que por el fetichismo y la adicción al smartphone se puede perder la integridad, seguridad y defensa de la nación.
Recientemente me hicieron llegar un artículo que considero de obligatoria lectura por toda nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana y por todos los poderes públicos (tienen tarea). Se trata de un artículo de Kevork Almassian titulado “Inside the cyber operation that cracked Assad’s leadership” (Dentro de la operación cibernética que arremetió contra el liderazgo de Assad), del 29 de mayo de 2025.
Con una ingeniosa aplicación y un software espía (Spy Max) los enemigos del presidente Assad engañaron y lograron que el Ejército árabe-sirio instalara en sus teléfonos dicha aplicación. “Una vez instalado, Spy Max se activó, dando a sus operadores acceso sin restricciones a llamadas telefónicas, archivos, fotos e incluso transmisiones en vivo desde la cámara y el micrófono del dispositivo”.
Las consecuencias: el derrocamiento del presidente Bashar al-Assad, cambio de régimen y Siria al oscurantismo.
El smartphone es la droga del siglo XXI, con tres componentes relacionados y vitales: la electricidad, las tecnologías y el internet (invento y desarrollo militar de EEUU para la seguridad de la comunicación durante la Guerra Fría).
Pareciera que no hemos entendido en su verdadera dimensión la transversalidad e importancia de la comunicación en todos los ámbitos de la defensa y seguridad de la nación.
Y quizás a estas alturas pudieran preguntar: ¿Bueno y qué tiene que ver la radio con todo esto? Y pudiéramos responder para la reflexión: en la guerra híbrida contra Venezuela en estos años ¿cuál ha sido el servicio más atacado y el que ha causado más daño en la población?, y la respuesta unánime es: la electricidad.
Lo hemos vivido en carne propia: la falta de electricidad anula total o parcialmente las capacidades de defensa de las naciones, afecta la comunicación de la población que se ha hecho dependiente del internet y a la que “obligan” a consumir radio digital; y el teléfono del hogar, el fijo, perdió sentido al abandonarse la línea de cobre y depender de la electricidad.