Emigración: negocio y fraude – Últimas Noticias

La emigración es ahora muy compleja. Ha sido penetrada duramente por la delincuencia, incluyendo la transnacional, para convertirse en un negocio ilícito de atroz crueldad. La expresión “emigrar” tiene un realismo conmovedor porque contra los inmigrantes se ha desatado la aversión, la discriminación, la xenofobia y la violencia. En la definición del racismo ya no sólo se habla del odio por motivos de raza, color, linaje o lo étnico, sino que ahora el racismo se extiende a ciertos grupos, como los indigentes, denominado “racismo moderno”, y otro tipo de racismo que lo justifican en la inseguridad ciudadana pero que tiene su clave en la discriminación de la inmigración.
En la época de la conquista de América, los derechos de la persona y los derechos del ciudadano se identificaban y por tanto el derecho de residencia y el de circulación se proclamaban universales. Había una razón histórica: era inimaginable en aquellos tiempos la emigración de los indígenas hacia los países de Europa; pero aquellos derechos llamados “peregrinandi”, “migrandi” o “degendi” fueron proclamados como iguales y universales aun cuando eran, en la práctica, desiguales y asimétricos. Por supuesto, servían para legitimar la ocupación colonial y la guerra de conquista de nuevos mundos. Hoy la situación se ha invertido. La reciprocidad y la universalidad de aquellos derechos han sido negadas.
Sin embargo, hoy también se observa que la presión de los emigrantes o excluidos llega a un punto que se vuelve irresistible. Lo vemos en el mar mediterráneo, en la frontera de Estados Unidos o en cualquier otro lugar pretendido por los flujos migratorios.
La situación actual de la emigración termina siendo delictiva por el negocio que ese fenómeno social representa. Se llama fraude de emigración que, en muchos casos llega a la desaparición de personas o a la muerte. Bajo ese fraude, de cosas y paraísos que no son verdades, o de trabajos bien remunerados, la persona es instigada a salir de su país y a pagar un precio en dólares. La víctima, atraída por el espejismo de la emigración, provocado por el engaño, cree lo que oye, cae en el error y entrega el dinero en perjuicio de su patrimonio y de su propia vida porque, sin saberlo, corre el riesgo de morir en ese intento de alcanzar el “buen vivir”. Este drama migratorio lo sufren países en crisis, de guerra o económica, y personas que son engañadas.