9 diciembre, 2025
Economía política, mujer y revolución

El 25 de noviembre de 1960, las hermanas Mirabal fueron asesinadas en la República Dominicana por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Algunos integrantes de la policía secreta de ese país, después de estrangularlas y molerlas a garrotazos, simularon un accidente al desbarrancar el jeep donde se trasladaban, conducido por Rufino de la Cruz, también ultimado a fin de no dejar testigos.

La muerte de Patria, Minerva y María Teresa nos invita a reflexionar que la economía política no solo expone la racionalidad económica de un Estado nacional (o supranacional) en relación con la organización de la producción, distribución, intercambio y consumo de los bienes y servicios o el estudio de las leyes económicas, a fin de explicar las características de las relaciones (sociales) de producción, tanto en el modo de producción capitalista como en una formación económico-social anclada a determinada área hemisférica.

Al releer a Marx y a Engels desde una mirada de clase, sin perder la perspectiva de género, nos percatamos de que la economía política marxista, al desvelar el mecanismo de la obtención de la plusvalía, también revela la cultura patriarcal y machista que sostiene las perversas formas de explotación, tanto en el plano estructural como en el superestructural.

La cultura machista genera valores y normas que legitiman las relaciones sociales deshumanizantes y necesarias para la reproducción ampliada del capital. Esta reproducción se expresa a nivel material y simbólico. El proceso de cosificación le es inherente. Por lo tanto, el otro, el ello, no es más que un medio para alcanzar un fin económico, político, social y sexual. No es por casualidad que el máximo exponente del sionismo, Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, haya expresado que “las mujeres son animales… con derechos”. 

El capitalismo nos convierte en víctimas y victimarios. Así, la economía política que aspira el socialismo, en ruptura con la ciencia social burguesa, empírica, fenoménica y plana, debe además estudiar los mecanismos que producen y reproducen la desigualdad de género como expresión de la lucha de clases en función del capital. 

El brutal asesinato de las hermanas Mirabal, el de Rosa Luxemburgo, entre otros feminicidios, indican que la división sexual del trabajo sustenta la racionalidad de la división imperialista del trabajo instrumental, rapaz y sin rostro humano.

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