11 octubre, 2025
Derecha y negacionismo - Últimas Noticias

Estas líneas nacen luego de escuchar (en su momento hice de tripas corazón) una entrevista bastante complaciente (como siempre con ese tipo de personajes) que se le hiciera la semana pasada a Tomás Guanipa, prócer de Primero Justicia, en el canal curero y proisraelí Globovisión. También contribuyó a la elaboración de este texto la lectura de algunos diarios extranjeros en los que la estrategia de enterrar la cabeza como el avestruz se ha hecho costumbre por parte de algunos sectores y noticia de primera página en diversos países.

Pues así como Guanipa niega la existencia de las diversas estrategias intervencionistas en contra de la República Bolivariana de Venezuela han sido reinventadas cada día por los gobiernos estadounidenses de turno sean estos demócratas (Clinton – Obama- Biden) o republicanos (Bush padre, Bush hijo, Trump), en Argentina se suceden reiterados casos en los que militares y políticos de rancia derecha, muchos de ellos compinches de Mauricio Macri, le dicen NO a la historia -documentada- de torturas, asesinatos, desapariciones y robo de niños ocurridos durante la dictadura de Jorge Rafael Videla.

En España gente de organizaciones políticas con las que gusta compartir tapas y vino a Leopoldo López y señora, rechazan la idea de que por estos lares hace 500 años se desataron los demonios de la conquista y la colonización. Para ellos Simón Bolívar, es un malagradecido; Hugo Chávez, un demonio y Gustavo Petro, un merecedor de desplantes, como el que le hicieron en las Cortes el martes de la semana pasada los diputados herederos de Franco.

Por cierto, para los líderes de VOX y algunos del PP, el dictador mencionado no cometió ni un pecadillo en su afán de acabar con el comunismo a fuerza de garrote vil.

En Estados Unidos se coquetea con el récord de lo absurdo. Hay quienes niegan la existencia de la covid-19, por decir algo más que evidente y actual. Que dudan del cambio climático, aunque los tornados y la sequía los dejen sin casas, represas, lagos y ríos. Que tampoco creen en la evolución ni en la redondez de la Tierra. Y que juran que su país es el faro de la democracia mundial. Lo paradójico de todo esto es que muchos de estos no creyentes de lo científicamente comprobado se aferran a locas teorías conspirativas difundidas por las redes sociales y votan por especímenes como los citados en el segundo párrafo.

La cura para frenar este creciente movimiento del No es NO es la educación. Hay que insistir en lo que dijo Fidel Castro: “Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!”.



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