Cuando hablen de democracia – Últimas Noticias

Hoy cumpliría 83 años el líder libio Muammar Gaddafi. Su vida fue violentamente cortada el 20 de octubre de 2011, luego de ser salvajemente torturado por mercenarios dirigidos por Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Junto a su pueblo, el martirio de Gaddafi corrobora el grado criminal del imperialismo de nuestros días, da testimonio del menosprecio de las élites de EEUU y Europa hacia los pueblos que emprenden el camino de la independencia.
Sobre Gaddafi el imperio logró imponer mucha propaganda, pero no cabe duda de que su periodo de Gobierno permitió a Libia alcanzar condiciones de vida que no ha tenido en ninguna otra etapa de su historia, de hecho, fue destruida por la Otan cuando era el país de más alto nivel de vida en África.
Un informe hecho público en 2021, elaborado por una Misión de la Organización de las Naciones Unidas, denuncia las prácticas de detenciones arbitrarias, tortura, reclutamiento de niños soldados y asesinatos masivos, entre otras violaciones graves de derechos humanos, perpetradas por grupos armados libios y mercenarios extranjeros que hacen parte de la situación de violencia impuesta a esta nación desde 2011, cuando la Otan agredió el país y asesinó a su líder, Gaddafi.
El crimen cometido contra el pueblo libio se hace mucho más evidente y ruin cuando recordamos que se cometió invocando valores de paz, derechos humanos y democracia. Ninguno de estos elementos ha sido puesto en práctica en Libia. Lo que impuso allí la Otan fue la división violenta de los territorios regidos por fracciones mercenarias, la ausencia total de derechos hasta el punto de registrar prácticas de esclavitud, y el robo abierto del petróleo libio.
La agresión tenía el propósito de destruir a un país emergente y a frenar la consolidación de un liderazgo importante para el avance de la unión y la integración de los países africanos. Asesinar a Gaddafi fue también una forma de apuñalar e intentar detener el imparable ascenso de África como una voz potente en el mundo pluripolar que se está conformando.
Cuando nos hablen las potencias de Europa y Estados Unidos de supuestas carencias democráticas nuestras, de modernización y desarrollo, debemos recordar a Gaddafi y a su pueblo. Ese discurso se usó para robarles el petróleo, 200.000 millones de dólares de reservas internacionales y 70.000 millones de dólares de la Oficina Libia de Inversiones. A cambio, le dejaron sólo la muerte.