21 octubre, 2025
¿Le creerán a Elon Musk?

La guerra es la forma de conflicto socio-político más detestable entre grupos humanos o entre países en el mundo de las relaciones internacionales. Por desgracia nos encontramos con guerreristas y fatalistas; los primeros, son los que promueven y hacen la guerra; los segundos, los que piensan que la guerra es inevitable, sobre todo cuando hacen hincapié en la guerra nuclear.

Los fatalistas están sujetos a una doctrina que afirma la impotencia de todo esfuerzo para modificar lo que tiene que ocurrir. Según ellos, de la guerra nuclear no podemos escapar porque ella es inevitable. Pero ese decir es una mentira, cualquier guerra es evitable.

Ella, de por sí, es cuestionable e históricamente lo ha sido, tal como es discutida en frases de antiguos pensadores, entre ellos la de Flavio Vegecio Renato, escritor del imperio romano allá por el siglo IV, cuando dice que la guerra es la forma que tiene el ser humano para demostrar su imperfección, o aquella frase muy lacónica de Sun Tzu para definir la guerra como el tao del engaño.

Es lo que estamos presenciando en la actual confrontación entre Irán e Israel a raíz del ataque del 13 de junio al territorio iraní perpetrado por los guerreristas de Israel que mataron injustamente a militares y civiles y causaron daños a instalaciones militares, nucleares y edificios residenciales, pero que ahora, con la respuesta militar que viene desarrollando Irán, piden la intervención militar directa de EEUU, bombardean ciudades y amenazan con destruir instalaciones nucleares, lo que significa esto último que estamos en momentos de tensión por el riesgo de una catástrofe nuclear de consecuencias impredecibles.

Lo acaba de advertir el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, al declarar sobre el riesgo nuclear a causa de las hostilidades entre Israel e Irán. Los ataques a las instalaciones nucleares —dice Medvédev— son extremadamente peligrosos y pueden llevar a la repetición de la tragedia de Chernóbyl. Luego, agrega: “¡Entiéndanlo! Cuando escribo sobre un conflicto nuclear, es por alguna razón. Es real. ¡Nadie lo necesita!”.

Una guerra nuclear es una guerra de destrucción masiva y equivaldría a la extinción de toda o parte de la humanidad. Hay que exigirles a los guerreristas que quieren reducir o matar a la población mundial el respeto a la vida y a la dignidad de la persona humana. Cualquier guerra es evitable.

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