13 octubre, 2025

Crisis norteamericana y postulado comunista en los Estados Unidos

Crisis norteamericana y postulado comunista en los Estados Unidos


El Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos lanzó en tiempos semifinales del gobierno de Bush la consigna “El mundo no puede esperar”. Expone Bob Avakian, presidente de dicho partido y autor de la propuesta, en su texto “Polarización… repolarización… y revolución”, publicado en Revolución, Nº 30, de 15 de enero de 2006: “Existe un aspecto real (aunque desde luego no plenamente desarrollado) de guerra civil entre dos partes de la sociedad (norteamericana), de arriba a abajo, que se manifiesta de distinto modo en diferentes sectores de la sociedad…”.

Avakian asumía la posibilidad de una revolución en el imperio norteamericano cuando aún la explosión de la burbuja especulativa era impensable, o sólo pensable por cabezas con visión de conjunto.

El panorama actual ha llevado a muchos a preguntarse si estamos en el comienzo de una crisis como la desatada en 2008. Mensajeros políticos, entre éstos Biden y los bancos centrales de Estados Unidos y Europa aseguran que el sistema financiero es sólido y estable. Sin embargo, en los últimos días el pánico entre los inversores ha hecho fluctuar agresivamente las acciones -sobre todo las del sector bancario- en las principales bolsas de valores del mundo.

Esto constituye amenaza de guerra civil y coincide con la división política dejada por los simpatizantes de Donald Trump, integrantes de la secta Qanon, reseñada por nosotros en un artículo de fecha 12/5/2022, asaltantes del capitolio después que Biden ganara las elecciones. A raíz del asalto y toma del capitolio e instalado Biden en la presidencia, se ordenó realizar una purga contra la presencia de la secta en las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Una encuesta de Military Times de 2019 encontró que el 36 por ciento de los encuestados en servicio activo habían presenciado personalmente “evidencia de ideologías supremacistas blancas y racistas en el Ejército”. Existen fotografías de militares vistiendo el uniforme y sobre éste llevan la Q de QAnon. Retomamos a Avakián cuando refiriéndose a la guerra civil posible en el país norteamericano nos escribe “que se manifiesta de distinto modo en diferentes sectores de la sociedad…”. Acaso esto podría estar refiriéndose a los lamentables tiroteos sucedidos mayoritariamente en instituciones educativas, los cuales arrojan cifras alarmante. Cifras que nos ubican en 72 tiroteos en el primer mes y medio de 2023, por ejemplo.

Una consigna o idea-fuerza señalada por Avakian era la convocatoria a factores diversos de la sociedad norteamericana y del mundo entero hacia la formación de un frente unido que, en última instancia, se dirigiera de manera estratégica a cambiar el sistema norteamericano y reestructurar socialistamente el país del norte. Socialistamente pero, como precisa el autor hacia el final del texto, “y finalmente un mundo comunista”. El aspecto plural de la convocatoria es fundamental y se emparenta con la actitud chavista de admitir sin conflicto que cada revolución tiene su estilo. Expone Avakian: “…al mismo tiempo que nos unimos ampliamente con mucha gente y fuerzas de distintas perspectivas, las alentamos a plantear sus puntos de vista y a trabarse en discusiones y luchas vitales y de principios sobre toda clase de cosas, una de las cuales debe ser qué clase de mundo es deseable y posible, y qué se necesita para llegar a él”.

Hoy no sólo es el proletariado la víctima; con la estafa especulativa neoliberal lo es también y más la neopobreza; los centenares de miles de desempleados que esperan la incierta salvación de los auxilios, incierta e hipotecadora del futuro. Con esta situación se hace factible, el postulado del político, una masiva oposición a un poder monstruoso; está convocada la potentia dusseliana, el innegable poder originario del pueblo. Volvamos sobre el adjetivo “posible” postulado de forma insistente por el documento, que examinamos. Habría, como lo propone Bob Avakian, que “reconfigurar y repolarizar” en gran escala a los Estados Unidos. Tras expresar su alarma ante la constatación de que “en estos momentos hay factores preponderantes que llevan a que, si se deja que la situación se “arregle por su cuenta” y que siga su propia dinámica, terminará de modo muy negativo y podría llegar al más negativo de los extremos con una enorme cantidad de trastorno en la sociedad. Expone, también con ánimo instrumental que “El mundo no puede esperar”, lo cual no es un medio para fomentar una propaganda y buscar desarrollar el Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos de Norteamérica. Para los promotores del movimiento, lo que se busca es transformar la convocatoria y sus principales consignas en la conformación de un campo político, es decir, en una red densa de relaciones en las que existen nodos tales como: ciudadanos, representantes e instituciones. Además de ello, ciertas situaciones muy específicas que en el tiempo en que Avakián formuló el postulado, eran la invasión a Irak, las amenazas de invasión a Irán, y la guerra de Afganistán, hoy ,explícitamente, es el saqueo a Siria, la agresión a Rusia, las medidas cohercitivas unilaterales contra Venezuela, Cuba, y el reguero de agresiones que han distribuido los Yankees en el mundo.Antes y hoy (con formulación incierta) las amenazas contra los cambios revolucionarios que se están dando en Latinoamérica.

Manejar la interpenetración

Lo que podríamos llamar el programa táctico-estratégico de dicha Revolución norteamericana supone estar atento al análisis de las contradicciones, por ejemplo, de cómo se estarían manifestando objetivamente las divisiones de la sociedad en sus diferentes niveles y en la sociedad entera. ¿Cómo funcionan estas sofisticadas sociologías en tiempos en que los Estados Unidos se estremecen con quiebras de bancos todopoderosos hasta ayer y Europa Occidental está “vuelta un ocho”? Ante la idea de una posibilidad de revolución en el magno Imperio, propendemos a creer que ni siquiera estamos ante una fantasía, sino ante una fantasmagoría, ante un imposible. Ha sido tan perfecto el arsenal propagandístico del imperio recibido por nosotros —desde la metáfora del imbatible Superman— que sin llegar muchas veces a saberlo conscientemente, olvidamos la caída de otros imperios tan importantes en sus momentos históricos como el norteamericano lo es hoy. El colonial español, por ejemplo, con una data en nuestros territorios de trescientos años, o más para aquellos países como Cuba o Puerto Rico; el Romano; el de las monarquías en el mundo, perdurables incluso después de la Revolución Francesa; y a principios del siglo pasado la monarquía de los Romanov, con trescientos años en el poder. Pero —y ésta sería la conclusión— esas revoluciones sucedieron. ¿Y por qué prohibir mentalmente una caída del imperio norteamericano?

¿Acaso esto no se refiere al reciente entendimiento entre Arabia Saudita e Irán, generándose una ‎era de paz en el Medio Oriente? Si, aunque el escenario sea distante y la coincidencia esté implícita. Este entendimiento se le debe en primer lugar a Rusia, aliada de estos dos países enemigos. Se planteó antes en Irak ‎y en Omán y ahora acaba de concretarse gracias a la mediación de China, que aun ‎siendo aliada milenaria de Irán ha sabido dar prueba de la más alta ecuanimidad. La ‎reconciliación entre Riad y Teherán finalizará once  años de guerras e influencia ‎occidental en la región.

¿Es factible una revolución en los Estados Unidos?



ultimasnoticias.com.ve

Source link