¡Con una economía parasitaria, con depredadores y mediocres no se va a ninguna parte!

No tiene posibilidad de avance una economía donde los agentes económicos solo extraen valor -parásitos- de su huésped, aquí se asume a la tierra como huésped, un organismo vivo, proveedor de recursos naturales, la base de toda riqueza que a través del proceso social del trabajo se le agrega valor para finalmente ser ofrecido en forma de un bien o servicio producido para satisfacer necesidades individuales y de la sociedad.
También, podría ampliarse esta relación simbiótica de tipo parasitario entre las personas con las que se comparte una vida en común, sea familia, comunidad, sociedad, país, humanidad; en ambos casos la relación desigual entre los organismos vivos también podría llamarse un juego suma-cero donde para ganar los demás deben perder.
Contrariamente, hay relaciones simbióticas mutualistas donde los organismos interactuantes se benefician, así como relaciones simbióticas comensalistas donde puede que no todos sean los beneficiarios pero nadie es perjudicado. Es útil esta figura de la biología para representar las diferentes formas posibles de economía, entendida como la gestión efectiva de recursos finitos para satisfacer las necesidades individuales y colectivas.
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Algunos ejemplos para ilustrar
Dos, entre muchas expresiones populares son una muestra que refleja un tipo de conducta económica que podría decirse con tendencia parasitaria :
1.- “No me den, pónganme donde hay”
Están claras, dos cosas: no hace referencia a trabajar para comer, para agregar valor y no hay ningún obstáculo o freno ético/moral, la disposición a hacer lo que sea para tomar parece ilimitada.
2.-“Los reales están en la calle, sólo hay que salir a buscarlos”
La alusión a “reales” permite inferir que la expresión viene heredada de la época colonial donde el real era la moneda del imperio, de la monarquía conquistadora. Esta expresión es más genérica, salir a buscarlos podría incluir el trabajo como medio para obtenerlo.
En ambos casos, la motivación es extractivista. Estás expresiones se conocen dentro de la psicología transaccional como mensajes parentales o mensajes brujos, se transmiten en forma oral y forman parte del patrimonio cultural de un país o región, en este caso de América hispánica.
Dos casos de medidas económicos u omision de ellas que crean condiciones para las relaciones económicas parasitarias:
3.-Los subsidios
Se oferta un bien o un servicio bajo dos modalidades una subsidiada, para beneficiar a las mayorías de bajos ingresos, y una sin subsidio, todo como parte de un política pública, en ambos casos se trata del mismo bien o servicio, con la misma calidad, estándar. La diferencia de precios estimula a los depredadores -parásitos-, que surgirán en toda la cadena de suministro (transporte, distribución, almacenamiento, comercialización), ésta bien intencionada medida de política pública se desvirtúa y se convierte en un nuevo problema, pues termina afectando a la oferta, y en particular al sujeto beneficiario de la medida.
4.-Los valet parking espontáneos
Se trata de un cambio en la demanda de un bien público gratis, por ejemplo, sitios públicos permitidos para aparcar, mientras la demanda es menor que la oferta todos pueden estacionar sin necesidad de pagar y sin temor a que les roben. ¿Qué pasa si súbitamente aumenta la demanda porque se abrió un comercio, restaurante o lugar de entretenimiento que se hizo muy popular, aumentando la concurrencia de vehículos en la zona -demanda-, disparando los índices de robos y hurtos? Habrá falta de un árbitro, un gestor y vigilante de puestos para resolver los problemas de estacionamiento de los vehículos. Aquí hace falta una ordenanza municipal para normar la nueva situación. Si no se da respuesta oportuna desde la instancia de gobierno correspondiente, espontáneamente, aparece un parquero informal con un cono de tránsito naranja o rojo , un chaleco fosforescente y un pito. Ningin usuario o cliente piensa si quiera si él o ella le brindará un servicio con alguna garantía o si asume algún compromiso legal, sin embargo aceptan el servicio y gustosamente pagan. No habrá cuestionamiento, muchos argumentarán que se están ganando la vida honradamente, que se les deje trabajar.
En ambos casos, se estará incentivando una cultura de trabajo extractivista de valor disfrazada de servicio, una conducta caza renta, como se suele calificar a la forma de obtención de ingresos sin producir. Así se crean las condiciones para una economía parasitaria ¿Cómo resolver este dilema?
Como vemos hay dos formas de manifestación de la simbiosis económica parasitaria, una contextual y otra ética/moral individual.
El otro aspecto a tocar en esta reflexión es el del mediocre, aquel personaje que opta por el mínimo esfuerzo, el que dice “diez es diez y lo demás es lujo”, “para que más si me van a pagar igual”, trabaja, incluso cumple con sus horarios y con sus funciones tal cual están estipuladas en la descripción de su cargo, pero no crea, no se imagina cómo mejorar alguna cosa o práctica, procedimiento o proceso; puede pasar toda su vida laboral haciendo lo mismo, esperando la jubilación, suma pero en forma semi pasiva, para que todo siga igual.
Este contexto económico y estos dos comportamientos económicos mantienen la rueda en movimiento, pero este movimiento no se traduce en avance, en cambio, porque la rueda está suspendida sobre su eje y fijada en un punto. Se vive en un set de producción audiovisual, siguiendo un guión, con una puesta en escena, cada quien ejecutando su papel, sin sobresaltos, sin perturbaciones; es una ilusión de armonía y certidumbre, un mundo de vida en apariencia mecánico, determinista, estático y equilibrado que va a donde lleve el viento.
¿Qué hacer?
Asumir esta realidad, geohistórica y geocultural, y desde lo pequeño y cotidiano del día a día cambiar la práctica, económica y política; decidiendo y haciendo por el bienestar propio y del otro; optando por la práctica de la cooperación y solidaridad en el territorio, propiciando la cercanía entre iguales; estimulando la imaginación para mejorar y la audacia para hacer; haciendo común, como decía Simón Rodríguez al definir la comunicación, desarrollando la toparquía y el entreayudarse; aprender haciendo y contagiando con el ejemplo.