10 diciembre, 2025
¿Le creerán a Elon Musk?

Qué pasará por la mente de los periodistas, influencers, youtubers nacidos en esta tierra cuyos salarios dependen de su rol estelar en la difusión de versiones que apoyen la invasión militar y destrucción de su propio país.

¿Cómo se le podría llamar a semejante ejercicio profesional? Desde luego se le puede llamar de cualquier forma, pero periodismo no. Tal vez mercenarios de la comunicación, o simplemente traidores de su propio pueblo, de sus propias familias, de los amigos que crecieron con ellos.

Su trabajo lógicamente no es informar; es fabricar consensos en la opinión pública en favor de la calamidad, en torno a intereses de los diferentes lobbies de empresas trasnacionales que no ven en Venezuela a un pueblo con niños, mujeres, ancianos, sino a un territorio lleno de petróleo, oro, bauxita, hierro, coltán, agua dulce y todas aquellas riquezas naturales que puedan servir para aumentar sus capitales a costa de lo que sea.

Estos “ilustres” comunicadores, despojados de cualquier pudor, han encontrado su vocación verdadera en reproducir con fanatismo cualquier narrativa, por inverosímil que sea, que convierta a Venezuela en el villano de cartón piedra que necesita el guion escrito en Washington.

Así, recitan sin parar sus versiones sobre el “Tren de Aragua” como superpotencia criminal internacional y la saga de Netflix “El Cartel de los Sapos”, sin presentar pruebas, sin mostrar fuentes confiables, su razón de ser es la comodidad que le conceden los depósitos que hacen en sus cuentas bancarias los potenciales verdugos de sus connacionales.

Lo más admirable de esos periodistas es su habilidad olímpica para omitir detalles incómodos, como el último Informe Mundial sobre Drogas de la ONU, el cual señala con exactitud que el mayor consumidor de sustancias ilícitas del planeta es, EEUU, el país donde la mayoría de ellos residen.

Vaya contradicción: el mismo país que ellos dicen hace la guerra contra el narcotráfico es el que alimenta con billones de dólares anuales ese perverso negocio. Pero, claro, ¿para qué complicar un relato tan redondo con datos comprobados? Mejor repetir como mantra la criminalización del sur, de los negros, de los latinos, de los asiáticos, de los rusos.
Llegan a mi mente los recuerdos de aquellos que se han vendido como laureados periodistas y exitosos influencers, su acción los delata, son comunicadores prepagados.

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