4 octubre, 2025
Colonialismo y neocolonialismo

El avasallamiento colonial facilita a los países hegemónicos los metales preciosos y bienes que permiten la implantación del modo de producción capitalista, así como un flujo continuo de mercancías expoliadas que elevan su nivel de vida y contribuyen a su avance tecnológico.

Este sistema es cuestionado por la oleada de movimientos de liberación nacional que arrancan en América desde fines del siglo XVIII y principios del XIX, y luego por los procesos de descolonización que triunfan en Asia y África durante los siglos XX y comienzos del XXI.

Facilitan la descolonización las riñas entre potencias imperiales por el dominio del mundo y el saqueo de sus riquezas y mercados. Las controversias entre Francia e Inglaterra abren un resquicio que favorece las independencias americanas. Las confrontaciones de Alemania con otras potencias europeas, y las de Japón con Estados Unidos y sus aliados acarrean un debilitamiento de poderes imperiales que no puede impedir el surgimiento de la Unión Soviética, de China y de numerosos países protagonistas del movimiento universal de descolonización del siglo pasado.

Así, el Reino Unido, cuyo imperio se extendía por más de la cuarta parte de la superficie terrestre, debió aceptar sin combate la independencia de la India y Pakistán en 1947, la de Australia en 1986, la de Sudáfrica en 1994.

En otros casos la descolonización surgió de cruentas guerras de liberación nacional como la de Irlanda, que culmina en 1919, la de China en 1948, la de Cuba en 1959, la de Argelia en 1962, la de Vietnam del Sur en 1975.
Pero los imperios no sueltan sus presas con facilidad, y cuando éstas ganan su independencia política, recurren a infinidad de subterfugios para mantener la explotación sobre ellas y obtener superbeneficios sin asumir el costo de preservar el orden, suministrar servicios públicos y mantener sumisos a los explotados. Expongamos las principales estratagemas neocoloniales a tal efecto:

1.Acuerdos de indemnización para las metrópolis. Haití obtiene el reconocimiento de su independencia por Francia en 1825 a cambio de 150 millones de francos oro, aplastante deuda que le impedirá prosperar. Venezuela es reconocida por España mediante ruinoso tratado en el que se compromete a devolver todos sus bienes a los colonialistas ibéricos, como si estos hubieran ganado la guerra. Nefastas cláusulas por el estilo destinan desde el primer instante a casi todas las colonias independizadas a seguir siendo explotadas por sus opresores.

  1. Deuda pública originaria. Las luchas de liberación con frecuencia obligan a contraer onerosas obligaciones para compra de armas y pertrechos, o a reconocer pesadas deudas de sus opresores. En 1826 la Gran Colombia debe £6.688.950 de deuda externa y 58.770.769 pesos de deuda interna, sumas que fueron en buena medida dilapidadas. Para que se reconociera su unificación, Vietnam debió asumir la demoledora deuda de su enemigo, el extinto gobierno títere de Vietnam del Sur.
  2. Reservas de soberanía. Las potencias neocolonialistas admiten independencias ficticias, reservándose uno o varios de los poderes soberanos de los liberados. Estados Unidos reconoce la “independencia” de Cuba asumiendo la potestad de anular o modificar las leyes de esta mediante la Enmienda Platt; la de Puerto Rico, haciéndolo Estado “Libre Asociado” o más bien vasallo. Todo ente político que declina a favor de extranjeros sus soberanas potestades de darse leyes, aplicarlas o decidir las controversias sobre dicha aplicación, es en realidad colonia o neocolonia de aquellos a quienes las entrega.
  3. Bases militares extranjeras. La soberanía de un Estado incluye la potestad indelegable y exclusiva de utilizar su fuerza pública para aplicar sus leyes dentro de su territorio. La presencia de fuerzas militares dependientes de otro u otros Estados y bajo el mando de ellos en el propio territorio es en realidad invasión u ocupación, salvo quizá en el caso de alianza militar en el curso de un conflicto declarado. Esta usurpación se agrava cuando las fuerzas ocupantes se pretenden inmunes a leyes y tribunales del Estado invadido, como aspiran a serlo las de más de 900 bases que Estados Unidos mantiene fuera de su territorio. El Tribunal Supremo de Colombia invalidó tal pretensión; la potencia norteña respondió dotando de inmunidad diplomática a todos y cada uno de sus invasores.
  4. Infames tratados contra la doble tributación. Al suscribirlos, el Estado neocolonizado renuncia a su soberana potestad tributaria territorial, permitiendo que personas y empresas extranjeras no paguen impuestos en el propio territorio, con el pretexto de que “los cancelarán en su país de origen”. Privado de ingresos tributarios, el Estado neocolonizado solo puede cumplir sus funciones y compromisos contrayendo deuda pública impagable. Venezuela ha suscrito varias decenas de tales acuerdos infames.
  5. Cesión de soberanía de jurisdicción. Se presiona al Estado neocolonizado a ceder su soberana potestad de decidir las controversias sobre materias de orden público interno, transfiriéndola a entidades bajo control Imperial, tales como la Corte Interamericana de la OEA o el Centro Interamericano de Arreglo de Diferencias sobre Inversiones (Ciadi), del Banco Mundial.
  6. Tratados y normas que prohíben proteger las economías nacionales. El Alca fue un fracasado intento de vetar en el plano continental cualquier norma protectora para las economías, industrias o naturalezas nacionales. Pero disposiciones en el mismo sentido se han infiltrado en nuestras normas. El artículo 301 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela pauta que: “La inversión extranjera está sujeta a las mismas condiciones que la inversión nacional”.
  7. Maquilas. Las potencias hegemónicas imponen a los países neocolonizados ceder inconstitucionalmente zonas de su territorio donde no se aplicarán las soberanas leyes locales. Los neocolonizados ceden así al capital extranjero recursos naturales, mano de obra sin derechos laborales y dividendos exentos de impuestos sobre la renta, sobre el valor agregado, de importación y de exportación. En dos palabras: todo a cambio de nada, definición perfecta de la situación neocolonial.

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