Chávez y los niños palestinos

En Gaza, donde el pueblo es condenado a morir por un gobierno guerrerista que invoca con las armas la teoría del “espacio vital”, los niños mueren en medio de una barbarie genocida para exterminar totalmente a Palestina como pueblo y como territorio e instituir la otra perversa teoría que el sionismo llama “solución final”.
Fue precisamente en una de esas operaciones, aquella del “plomo fundido” preparada con la mayor crueldad militar, que mostraba como resultado a unos niños palestinos masacrados, cuando el presidente Chávez, hombre infinito que en vida abrió de par en par su corazón a los niños, al ver las fotos de los pequeños cuerpos destrozados, expresó enardecido que ese crimen atroz no podía ser, ipso facto, lo reprochó ante el mundo, denunció al sionismo criminal y rompió relaciones diplomáticas y de cualquier tipo con el Estado genocida de Israel.
Gaza es hoy un campo de concentración de la muerte, “el nuevo Auschwitz”, donde los civiles son condenados a morir por un gobierno guerrerista, de ocupación, que bombardea a Gaza y mueren niños. Chávez expresaba su preocupación por la muerte de los niños palestinos y la indiferencia de los que se ocultan detrás de una hipócrita diplomacia que permite a un Estado criminal, no solo violar el derecho internacional, sino a ejecutar la ley del plomo impune que no es otra cosa que bombardear, matar y usurpar el territorio de Palestina, sin importarle en lo más mínimo el derecho a la vida de niños inocentes. ¿Cuántos niños estarían con vida en Palestina si los responsables de la política mundial hubiesen salido a parar la acción genocida del Gobierno de Israel?
Ellos no son terroristas, son niños de la tierra Palestina y Chávez, con esa ruptura de relaciones digna de mencionar, los abrazó en su corazón para decirle a la humanidad que eran niños, que no podían morir y lloró por ellos, al tiempo que les expresaba, a la manera de un adagio, la esperanza de vivir y por eso se arriesgaba en buscar el algo secreto, como lo sugería el profeta, en el corazón de la vida. Repito, Chávez les dio esa esperanza de vivir y supo colocarla donde había tristeza y desolación, donde había carencias y angustias de no poder vivir. Así fue Chávez con los niños palestinos que hoy lastimosamente mueren de hambre o son asesinados por el Ejército israelí cuando extienden sus pequeñas manos pidiendo algo de comer. ¡Qué crueldad inaudita!