13 octubre, 2025
Carlos Pereyra - Últimas Noticias

Su huella en el universo mexicano pendulearía entre el abogado y el diplomático, entre el político y el historiador. Si bien su basamento teórico y académico estaría circunscrito al positivismo como clima de opinión dominante, Carlos Pereyra -nacido en Saltillo, el 3 de noviembre de 1871- desbordaría en gran medida y con una mixtura de pensamiento más que interesante, la ola del paradigma hegemónico de su hora.

Su trayectoria sería impresionante: de litigante en Ciudad de México, funcionario del Ministerio Público, director de varios periódicos y articulista de otros, docente de distintas instituciones, diputado, encargado de negocios, ministro plenipotenciario, miembro de tribunales internacionales, asistente de congresos mundiales, y un extenso etcétera difícil de abreviar acá, habla de un intelectual de gran valía en el contexto social del momento.

Su visión del panorama mundial lo haría fustigador pertinaz del expansionismo gringo, no sólo en su México natal sino en todo el continente. Nunca escondería su admiración por la mundividencia marxista. En su accionar político no convendría con la Revolución Mexicana, erigiéndose como un duro crítico de Francisco Madero, Francisco Villa, Venustiano Carranza y Plutarco Elías Calles.

Como cultor de la Ciencia de Clío, Pereyra dejaría un producto de necesaria lectura. En su Historia de Coahuila (1898-1904) defendería el legado de España en América, sin dejar de señalar la aniquilación por parte de los invasores europeos de la población autóctona de la región. Asumiría, asimismo, una postura contra la corriente historiográfica anglosajona que, a su entender, buscaba mal poner a los hispanos en estos territorios.

Ya en 1916 viviendo en España, Pereyra tendría contacto con Rufino Blanco Fombona, colaborando con el escritor venezolano en la Editorial América.

Entre numerosas obras se destacarían, además de la de temática colonial propiamente dicha, trabajos de cortes antiimperialistas, tales como: La doctrina de Monroe: El destino manifiesto y el imperialismo (1908); El crimen de Woodrow Wilson: Su contubernio con Villa.- Sus atentados en Santo Domingo.- Su régimen corruptor en Nicaragua.- Los dos polos de la diplomacia yanqui: la hipocresía y el miedo (1917); La constitución de Estados Unidos como instrumento de dominación plutocrática (1917); El mito de Monroe, 1763-1869 (1931); y El fetiche constitucional americano: De Washington al segundo Roosevelt (1942).

En su texto Bolívar y Washington. Un paralelo imposible (1915) afirmaría sobre la acusación de un Libertador promonárquico: “Yo me he preguntado frecuentemente porqué los panegiristas de Bolívar buscan y rebuscan tanto texto para negar las afirmaciones de los reptiles […] ¿Qué más hubiera querido la América Española que un rey, un gran rey? […] Si Bolívar no se coronó fue porque no quiso hacer la mascarada del vulgar Iturbide, aunque no necesitaba él verse amonestado así por la experiencia de un trono de militar en país de indigentes, con remate de fusilamiento. Bolívar no se coronó porque tenía sentido crítico (…) Todo el cuidado de Bolívar consistió en no parecerse a Napoleón…”.

Pereyra gozaría de muchos reconocimientos, llegando a ser miembro de las academias de la Lengua y de la Historia de su país, respectivamente. Fallecería en Madrid el 29 de junio de 1942.

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