13 octubre, 2025
Actualidad del Discurso de Angostura

El tres de febrero de 1825 Antonio José de Sucre había cumplido 30 años de su nacimiento en Cumaná, cuando el Congreso del Perú le otorgó el 14 de ese mes el título de Gran Mariscal de Ayacucho, con el cual amplió el decreto de Simón Bolívar, emitido el 27 de diciembre de 1824, que le ofrendó la mención de General Libertador del Perú. Se habían cumplido 36 días de la portentosa victoria de Sucre en la batalla de Ayacucho, librada el 9 de diciembre de 1824, y en la cual el cumanés, comandando el Ejército Libertador, derrotó al último jefe español en el continente suramericano, virrey José de la Serna e Hinojosa, quien tuvo de segundo al general José de Canterac, el mismo que Bolívar había vencido en la batalla de Junín, el 6 de agosto de ese año 1824, el cual fue prácticamente el penúltimo encuentro de la lucha independentista.

Debemos precisar que en el encuentro de Ayacucho, Sucre estuvo al frente de 6.000 efectivos, mientras que el jefe realista comandó 9.310 hombres, una diferencia superior a 3.000 soldados y, sin embargo, lo venció.

En la inocultable alegría del caraqueño universal por el título que los parlamentarios peruanos le dieron a uno de sus principales subalternos, a quien tuvo durante los 14 años de la gesta emancipadora, destacando siempre como estratega militar, Bolívar solicitó llevarle el uniforme de general en jefe y al efecto, pronunció las siguientes palabras: “Yo quiero ponerle el uniforme de Mariscal de Ayacucho y ceñirle la espada de Pichincha en el Alto Perú, libertado por la espada de Ayacucho. Esta ceremonia no debe ser menos que lisonjera y altamente honrosa para el vengador de los incas, restaurador de sus hijos, libertador del Perú”.

El Gran Mariscal de Ayacucho fue uno de los más destacados próceres que estuvieron al lado del Libertador y, de hecho, se concibe que esta fue una de las causas de su asesinato, el 4 de junio de 1830, en las montañas de Berruecos, Colombia, cuando se dirigía a reunirse con su esposa, Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de Solanda, quien lo esperaba en Quito. Antes había sido víctima de un atentado que lo dejó inútil de uno de sus brazos. Sucre nació el tres de febrero de 1795 y sus padres fueron Vicente de Sucre y Urbaneja y María Manuela de Alcalá. Sus restos reposan en mausoleo en la Catedral Primada de Quito desde 1933 hasta la fecha, mientras que en nuestro Panteón Nacional se encuentra un cenotafio en su honor.

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