12 octubre, 2025
Derrotamos el fascismo - Últimas Noticias

Simón Rodríguez nos dice que “entre la independencia y la libertad hay un espacio inmenso que sólo con arte se puede recorrer”. En este sentido, Laura Morales afirma que “en la evidencia del papel pentagramado, reposan ocultas superficies en las que todavía hay universos por recorrer”.

Ese espacio inmenso de universos fue recorrido el domingo 17 de noviembre de 2024, cuando tuvimos la oportunidad de oír música sacra en un concierto que nos ofrendaron dos de las mejores agrupaciones corales del país: Cantarte y la Coral de la Facultad de Ciencias de la UCV. Ambos directores, César Alejandro Carrillo y Gabriel Abellán, amantes de la música del más grande compositor español, Tomás Luis de Victoria, visualizaron el año pasado estrenar en Venezuela el Salve Regina para doble coro del maestro abulense, publicado en 1576 en Liber primus qui missas, psalmos, Magnificat ad Virginem Dei Matrem salutationes, aliaque complectitur (El primer libro que incluye misas, salmos, saludos, Magnificat a la Virgen Madre de Dios y otras cosas), concretado en el auditorio de la Escuela de Enfermería de la UCV en una jornada dominical excelsa.

“Conectar con lo trascendente para hallar paz y consuelo”, como nos dice el físico y músico Abellán, es un objetivo supremo, es una utopía, pero en este caso realizable, que comenzó con un sonoro y cósmico Popule meus del compositor húngaro Lajos Bárdos (1899-1986) y continuó con un par de obras del compositor inglés Herbert Howells (1892-1983): Salve Regina y el Requiem æternam I para doble coro. Del maestro de Ávila, inspirador de este concierto, cantaron el Tenebræ factæ sunt para voces masculinas. Del compositor noruego Trond Kverno (1945) entonaron su Ave Maris Stella para coro femenino y masculino, y del compositor estonio Arvo Pärt (1935) hicieron su célebre Magnificat. Hubo dos estrenos mundiales: el Beatitudines de Gabriel Abellán (1978) y el Maria, Mater Dei de César Alejandro Carrillo (1957), quien nos obsequió como ñapa su O magnum mysterium.

Aún suena en mi cielo el eco del repertorio cantado, aún mi conciencia se estremece por la imbricación canora, aún mi alma goza por “el ámbito genial de la creación musical” sólo posible por el milagro de la inspiración, como nos dice Hans Pfitzner.

Gracias, por conectarnos con la trascendencia y dedicarnos, esta lección de ser colectivo, pensar colectivo, hacer colectivo, de “saber compartir sin competir, saber escuchar al otro con respeto y solidaridad, con amor y armonía, en comunión y conjunción”, como bien señala el maestro Carrillo en el programa de mano.

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