21 octubre, 2025
Ayudar a morir sin dolor

En Uruguay acaban de legalizar la eutanasia con la aprobación en ese país de la Ley de Muerte Digna. De nuevo se plantea el debate sobre el tema de la eutanasia o el derecho a una muerte tranquila, sin sufrimiento, es decir: ayudar a morir sin dolor, pero muerte digna.

Hace muchos años tal situación, por ejemplo en Italia, era homicidio; como también se consideraba punible el suicidio consumado, el mismo que se castigaba con penas post mortem, como la “privación de sepultura eclesiástica” y la llamada “sepultura de asnos”. Hoy ya no existen esas penas difamantes y, sencillamente, unos países aceptan legalmente que se practique la eutanasia y en otros países está prohibida, pero no deja de repetirse la situación dramática de enfermos terminales que sufren física y psíquicamente en el umbral de la muerte. Aún vienen a la memoria casos muy conocidos, como la muerte de Ramón Sampedro, allá en España, tras una angustiosa e insistente petición ante los tribunales para que lo ayudaran a morir. La justicia no quiso ayudarlo y Sampedro buscó su propia muerte con la ayuda de sus amigos.

De igual conmoción fue el caso en Francia de Chantal Sebire, que se dio su propia muerte, aquejada de un tumor incurable y doloroso que le había deformado el rostro; o el de la joven italiana Eluana Englaro, que quedó en estado vegetativo durante 17 años después de sufrir un accidente.

Nuevamente les digo que hablar de eutanasia es como tocar de inmediato la diferencia entre la muerte de una persona en contra de su propia voluntad y la muerte de alguien que la solicita por causa del sufrimiento de una enfermedad incurable. Por supuesto, el tema de la voluntad del paciente y de la prohibición radical de la muerte a petición es materia que se abre a la discusión difícil porque lo primero con lo que se tropieza es aquello de que “la vida ajena no es disponible” o la llamada “falencia teológica” para poner por delante la “divina providencia” que justifique el sufrimiento.
Sin embargo, hoy en día la prohibición radical de la muerte a petición ya no es sostenible. Para muchos, el problema debe seguir siendo un tabú y las razones están en la idea de “destino”, la “divina providencia”, o en lo que la Iglesia católica denomina “fin natural”. Sin embargo, en el mundo del derecho penal, la eutanasia debe admitirse cuando existan motivos racionales. Así lo expresa el jurista alemán Günther Jakobs.

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