La corrupción no es algo normal
Una viñeta de El País de España expresa en su texto que “la corrupción es un fenómeno natural, no se alarmen” (El roto). Esto me hizo recordar aquella frase de la Venezuela del puntofijismo, pronunciada por Gonzalo Barrios justificando los actos de corrupción de aquellos tiempos. Decía el dirigente de AD algo parecido a lo de la viñeta y a lo que señaló Zelenski, alegando que la corrupción “existe en todo el mundo” y que, por lo tanto, es una cosa normal, tal como lo daba a entender Gonzalo Barrios cuando dijo que “el funcionario público roba porque no tiene razones para no hacerlo”, como queriendo sugerir que la corrupción es algo normal. Pero la pregunta sigue siendo la misma en cualquier lugar del mundo donde exista una ética de la función pública, donde el ser humano sea honesto, tenga probidad y nunca pretenda vivir en desmedro de los dineros públicos: ¿Quién no tiene razones para no hacerlo? La corrupción no es una situación de vida normal. Es un comportamiento desviado que roba los dineros del Estado. Lejos de ser una conducta natural, puede ser dolosa, puede ser culposa; pero también puede venir provocada o fomentada por otra persona ajena a la Administración pública.
Lo que planteo en este artículo, a raíz de lo que sucede en Ucrania, sacudida en los últimos días por un megaescándalo de corrupción de altos funcionarios, es una conmoción moral y política que afecta dolorosamente a ese país en guerra, donde los dirigentes envían a su población, sobre todo jóvenes, a los frentes de batalla en tanto ellos se dedican a robar los fondos públicos y debilitar a su propio país. Es el fenómeno de la corrupción en su máxima gravedad, de megaescándalo por la situación de guerra en que se encuentra y que afecta a un país en todos los principios de un Estado y hace que los ciudadanos pierdan la confianza en las instituciones y gobernantes.
Es importante tener en cuenta que las prácticas corruptas en la actualidad han tomado campo abierto dentro y fuera de la Administración pública, al extremo que el legislador, por ejemplo, en Venezuela, sanciona mediante la Ley contra la Corrupción a los representantes o administradores de empresas privadas que por actos simulados o fraudulentos se apropian de los dineros recibidos de cualquier órgano o ente público por concepto de crédito o cualquier otra forma de contratación, porque la corrupción no es algo normal; es delito.
