Trump golpea de nuevo a China con guerra arancelaria de 100%

En un nuevo episodio de confrontación comercial, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la reactivación de la guerra arancelaria contra China, imponiendo un arancel adicional del 100 % sobre todos los productos procedentes del país asiático a partir del 1 de noviembre de 2025. Esta medida se suma a los gravámenes ya existentes y marca un giro agresivo en la política comercial estadounidense.
Trump justificó la decisión alegando que China planea imponer controles de exportación a gran escala sobre “prácticamente todos los productos que fabrica e incluso algunos que ni siquiera produce”. Sin embargo, el mandatario no presentó ninguna evidencia concreta que respalde sus acusaciones sobre supuestas desigualdades arancelarias o prácticas comerciales desleales por parte de Pekín.
Durante su discurso en la Casa Blanca, Trump afirmó que Estados Unidos actuará de forma unilateral, sin coordinarse con otras naciones igualmente afectadas. Además del arancel del 100 %, anunció controles de exportación sobre todo software crítico, y sugirió que podrían extenderse a otros bienes estratégicos como aviones.
Este nuevo embate se produce tras una breve tregua comercial alcanzada en mayo, cuando ambos países acordaron reducir sus tarifas: Estados Unidos bajó del 145 % al 30 %, y China del 125 % al 10 %. La tregua, extendida por 90 días en agosto, concluye el 10 de noviembre, lo que deja el escenario abierto para una escalada aún mayor.
China, por su parte, respondió endureciendo los controles sobre la exportación de tierras raras, materiales clave para la industria tecnológica estadounidense, y anunció una tarifa portuaria especial para buques vinculados a EE.UU., en represalia por restricciones similares impuestas por Washington.
Este recrudecimiento de las tensiones comerciales refleja el intento de Trump por frenar el avance de China hacia el liderazgo económico mundial. La estrategia, sin respaldo técnico ni diplomático, revive una guerra arancelaria que afecta no solo a ambas potencias, sino al equilibrio comercial global. En lugar de buscar soluciones multilaterales, el presidente estadounidense opta por medidas unilaterales que podrían tener consecuencias profundas para la economía internacional.