10 octubre, 2025

‘La tregua’ (2025), crítica | La película española más impresionante del año. Su técnica está al servicio de un guion que subraya hasta la extenuación la moraleja política más simplona posible

'La tregua' (2025), crítica | La película española más impresionante del año. Su técnica está al servicio de un guion que subraya hasta la extenuación la moraleja política más simplona posible


Todos, de un lado y otro, somos perfectamente conscientes de que el clima político, continuamente enfrascado en un constante flujo de dimes, diretes y «zascas» (el pobre Berto Romero probablemente se arrepiente cada día de haber popularizado la expresión), solo lleva al enfrentamiento y la crispación. Por eso, películas como ‘Malnazidos’ o ‘Políticamente incorrectos’ han intentado, en los últimos años, no mojarse y abogar por un entendimiento, un «Why can’t we be friends?» que, lejos de ser catártico, se nota impostado. Es exactamente lo que pasa en ‘La tregua’, una película que llega dispuesta a arreglar España y que acaba emborronándola aún más con un trazo grueso y una moraleja buenista y naíf.

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Pero aquí todos somos amigos, chico

Miguel Ángel Vivas me deslumbró con una de sus primeras obras, la fantástica ‘Secuestrados’, pero después solo ha estado a su propio nivel en escenas aisladas de ‘Asedio’ o ‘Tu hijo’. En ‘La tregua’ vuelve a ser capaz de dar lo mejor de sí, con una espectacular factura técnica que se cristaliza en una fotografía carismática e intensa, un montaje al servicio del ritmo narrativo y unos efectos visuales de primer orden. Si nos ceñimos a lo meramente visual, sin duda, esta es una de las grandes películas españolas de 2025, recreando con fidelidad un gulag soviético durante la II Guerra Mundial.

Sin embargo, ay, el guion resulta excesivamente ingenuo, alargado hasta la saciedad y sin un destino claro. La amistad entre los fascistas y los republicanos, unidos por su procedencia y su amor por el mismo folclore, resulta en todo momento forzada: son personas que han llevado su ideología hasta las últimas consecuencias (su propio encarcelamiento) que, tras unos rifirrafes, son capaces de dejarla a un lado a cambio de compartir morriña y sueños de libertad en un ambiente agreste. La idea no es mala, desde luego, pero no termina de estar bien perfilada y sus personajes acaban resintiéndose por el camino. 

Eso no evita que tenga momentos fantásticos, como ese coro al ritmo del verdadero himno español, el intento de fuga frustrado o la última interacción frente al director del campo. ‘La tregua’ parece compuesta a base de retales, pero estos retales están fantásticamente culminados. Ayuda, claro, la interpretación de unos sorprendentes Arón Piper y Miguel Herrán, que nunca han estado mejor dirigidos que aquí (mejor Piper, todo sea dicho). En cada minuto del metraje se nota que todo el equipo confiaba en la película que estaba haciendo, y se agradece ver una mano tan decidida, firme y con personalidad al timón… aunque eso no evite que toda luz tenga su respectiva sombra.

Siento en mí triste emoción

‘La tregua’ dura dos horas y media, y a todas luces le sobra gran parte de ese metraje. Es comprensible que Vivas estuviera enamorado de sus personajes y de su propia habilidad tras las cámaras, pero los saltos constantes que va dando entre sus distintas subtramas llevan, de manera inevitable, a una sucesión de finales sin objetivo claro y que alargan de manera innecesaria la película hasta acabar con un público extenuado. 

La cinta redunda una y otra vez en su misma tesis (muy poco sutil) que quiere hilar con el mundo actual, y lo que podría haber sido un estupendo drama acaba convirtiéndose en una arenga a la moderación y el centrismo que hará las delicias de muchos y enervará a otros tantos. Vivas no puede evitar subrayar la moraleja, como dándose aires de película realmente importante, aunque realmente no es capaz de hacerla evolucionar una vez planteada: franquistas y republicanos, ¿por qué no ser colegas si al final a todos nos gusta comer lentejas con chorizo en el bar del pueblo? ¿Acaso no somos todos españoles?

Donde sí acierta ‘La tregua’ es en su tono, aletargado, frío y lastimero, que no se regodea en el dolor y recuerda a otras grandes películas carcelarias. Convirtiendo Vizcaya y Álava en Kazajistán de manera sobria y exprimiendo cada euro del presupuesto, la película tan solo languidece en una catadura moral sin matices que no da a la reflexión: Vivas lo da todo mascado, preparado para el consumo de una sociedad que quiere soluciones rápidas a problemas complejos, y exige dejar de lado una ideología clara en pos de una cada vez más imposible amistad fraternal dejando que los políticos se despellejen entre ellos, como si no fuera con nosotros. La próxima vez será.

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