4 octubre, 2025
Morderse las uñas puede dañar la salud

El hábito compulsivo de morderse las uñas de las manos pareciera a simple vista ser una mala costumbre, pero en realidad puede ser una respuesta a factores emocionales y conductuales, y puede tener consecuencias significativas para la salud física y mental.

Se trata de la onicofagia, una conducta repetitiva centrada en el cuerpo, que va más allá de un simple mordisqueo ocasional. Afecta a personas de todas las edades, aunque es más común en la niñez y tiende a disminuir con la edad.

Las razones por las que las personas se muerden las uñas son variadas y pueden estar interconectadas, sin embargo, especialistas la relacionan con factores emocionales.

Aseguran que lo general son respuestas emocionales. También puede deberse a estrés y ansiedad; esta sería la causa más común, ya que morderse las uñas se convierte en un mecanismo para liberar la tensión acumulada, aliviar el nerviosismo o proporcionar una sensación de calma y control en momentos de presión o dificultad.

Otro factor puede ser el aburrimiento o la inactividad, así lo asegura el psicólogo Eliecer Torrealba. “La falta de estimulación puede llevar a la persona a morderse las uñas como una forma de autoestimulación o distracción, así como la imitación y comportamiento aprendido, ya que, en ocasiones, el hábito se adquiere por imitación de familiares o amigos cercanos, especialmente durante la infancia”, dijo.

Explica que los factores psicológicos pueden estar asociados a otros trastornos psicológicos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (Tdah) o la baja autoestima.

“El perfeccionismo también puede ser un factor, ya que la persona busca erróneamente eliminar imperfecciones en sus uñas”, aseveró el psicólogo Torrealba.

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¿Cómo afecta?

El especialista asegura que, aunque parezca inofensiva, la onicofagia puede generar una serie de problemas de salud, tanto a nivel físico como psicológico.

En la salud física puede ocasionar daños en las uñas y la piel, ya que el mordisqueo constante provoca el deterioro de la uña, que se vuelve frágil, quebradiza y con un crecimiento irregular. Además, puede causar infecciones bacterianas o fúngicas en los dedos, enrojecimiento, inflamación y heridas en la piel que rodea la uña.

“También puede generar problemas bucodentales, ya que la fricción continua y la presión ejercida sobre los dientes puede provocar el desgaste del esmalte dental, fisuras, astillamiento y fracturas”, precisó.

Además, aumenta el riesgo de caries, infecciones en las encías y mal aliento (halitosis) debido a la transferencia de bacterias de las uñas a la boca. En casos más severos, puede causar alteraciones en la mandíbula y la mordida, provocando dolor, dificultad para masticar y problemas en la articulación temporomandibular (ATM).

Otro de los factores de riesgo son los problemas digestivos. Al ingerir los trozos de uñas se pueden introducir gérmenes y bacterias que pueden causar problemas gastrointestinales como gastroenteritis.

El aspecto estético de las manos y uñas dañadas puede generar vergüenza, inseguridad y malestar social, lo que a su vez retroalimenta el hábito, dijo Torrealba.

También las personas que se muerden las uñas frecuentemente pueden experimentar dolor en los dedos y las yemas, ya que la piel se irrita y se inflama. Esto puede hacer que actividades cotidianas sean incómodas.

El aislamiento social también es un factor determinante. El miedo a ser juzgado por las uñas mordidas puede llevar a la persona a evitar situaciones sociales o a esconder sus manos, lo cual dificulta sus relaciones interpersonales.

En los niños. En los más pequeños se puede evitar todas estas complicaciones si se toman medidas desde el primer momento en que se observa al niño con este hábito.

Para ello, recomiendan averiguar cuál es la causa que produce la onicofagia, o si solo se produce ante determinadas situaciones, para poder modificar o eliminar el origen.

No hay que regañar al niño ni hacerle sentir vergüenza de su comportamiento, debido a que solo se aumentará su estrés y con ello la probabilidad de intensificar el hábito.

Hay que explicarle las consecuencias de persistir con este hábito, sin alarmarle. Para lograr eliminar el hábito, hay que modificar el comportamiento del niño de forma paulatina para no generar mayores daños.

Los expertos afirman que la onicofagia es un problema que, si no se controla, puede convertirse en una compulsión y requerir ayuda profesional, por lo que instan a estar alerta sobre este hábito.

Recomendaciones

  • Mantener las uñas cuidadas, limadas y, si es posible, pintadas, de manera que funcionen como una señal visible que nos recuerde evitar el hábito.
  • Usar esmaltes incoloros con sabor amargo (como los que contienen benzoato de denatonio), ya que el gusto desagradable desincentiva morderse las uñas y ayuda a disminuir la conducta compulsiva.
  • En cuanto aparezca la tentación de llevar la mano a la boca, retirarla de inmediato y redirigirla hacia otra actividad para evitar morderse las uñas.
  • Reconocer los momentos, emociones o situaciones que suelen detonar el impulso de morderse las uñas y trabajar en estrategias para reducir o eliminar esos estímulos.
  • Incorporar otras técnicas de apoyo, como pulseras con mensajes de autorecordatorio, métodos de control de estímulos o dispositivos de protección dental diseñados específicamente para frenar la onicofagia.

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