26 septiembre, 2025

‘Incontrolables’ funciona bien al combinar el misterio con la crítica social. Pero el thriller de Netflix se diluye al priorizar lo estético

'Incontrolables' funciona bien al combinar el misterio con la crítica social. Pero el thriller de Netflix se diluye al priorizar lo estético


La adolescencia es una fuente infinita de relatos que nos ha dejado grandes producciones televisivas, pero pocas veces se ha retratado con tanta tensión y misterio como en ‘Incontrolables’, la nueva serie de Netflix creada y protagonizada por Mae Martin. En ella, interpreta a Alex, un joven policía que se muda junto a su esposa Laura (Sarah Gadon) al aparentemente apacible pueblo de Tall Pines, un lugar en el que se esconden muchos secretos bajo la alfombra.

La serie se desmarca de los trabajos previos de Martin, más vinculados a la comedia, pero mantiene su carisma y sentido del humor en un registro dramático realmente sorprendente. Y a su lado brilla un reparto coral encabezado por Toni Collette, Sydney Topliffe y Alyvia Alyn Lind, que hacen de esta producción un thriller formulaico pero efectivo que atrapa desde el primer episodio.

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Adolescentes fugitivos

El magnetismo de Toni Collette es innegable: cada vez que aparece en pantalla como Evelyn, logra transmitir a la vez seducción y terror, un equilibrio que sostiene buena parte de la tensión de la serie. Martin, aunque en ocasiones eclipsado, encuentra su propio terreno con Alex, un antihéroe ambiguo que funciona mejor de lo esperado. Sin embargo, no todos los personajes alcanzan la misma profundidad, y mientras los adultos apenas revelan fragmentos de su pasado, son las tramas de los adolescentes —en especial Abbie (Topliffe) y Leila (Lind)— las que sostienen el pulso emocional.

El problema surge cuando la serie intenta atar sus múltiples hilos narrativos en el desenlace. Como ocurre con tantas miniseries de suspense, el misterio es más apasionante mientras permanece sin resolver que cuando llegan las respuestas. El último acto carece de la contundencia emocional que parecía prometer, y la conclusión abierta deja una sensación de oportunidad desaprovechada, aunque también insinúa que Netflix podría estirar la historia a una segunda temporada.

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El misterio se diluye

Fotograma de 'Incontrolables'
Fotograma de 'Incontrolables'

La mayor virtud de ‘Incontrolables’ está en cómo maneja la tensión al principio: el pueblo, la escuela y sus habitantes funcionan como un rompecabezas inquietante que engancha precisamente porque nunca muestra todas sus piezas. La atmósfera, reforzada por el trabajo de dirección y la ambientación, transmite la incomodidad de un entorno marcado por el trauma intergeneracional, donde los jóvenes cargan con las cicatrices que les dejan sus padres y mentores.

Pero cuando se acerca al clímax, la serie parece más preocupada por ofrecer escenas visualmente potentes que por dar un cierre natural a su historia. El resultado es un final irregular que aunque no llega a arruinar la experiencia, sí que la debilita. Aun así, la combinación de misterio, crítica social y un reparto sólido convierten a ‘Incontrolables’ en una propuesta recomendable para quienes disfrutan de los thrillers oscuros, aunque no encuentren aquí el golpe maestro que prometía.

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