25 septiembre, 2025
Cueros y cuatreros - Últimas Noticias

El cuero desde los orígenes remotos de la humanidad ha tenido funciones diversas. El hombre primitivo lo utilizaba para cubrirse del inclemente frío de la era glacial. En la antigüedad se hizo material muy demandado. En Pérgamo, actual Turquía, se usaba la piel animal para fabricar pergaminos. En Roma el cuero llegó a ser muy apreciado para la confección de calzado al igual que en Cartago, al norte de África. Este material no solo ha servido para fabricar ropas, calzados y pergaminos, sino también tiendas transportables, armaduras ligeras, escudos, monturas y aparejos para caballos, botas, correas, canoas, cartucheras, cintas para las armas de fuego entre otras.

En Venezuela el cuero fue uno de los tantos productos de consumo interno y de exportación. Entre 1848 a 1855 su demanda exterior se duplicó. Esto causó que la carne de res fuera menos valiosa que la piel misma de los animales. Era práctica común matar el ganado para solo desollarlo y dejar el resto a los buitres. Por lo rentable del negocio proliferaban cuatreros que usaban el abigeato para lucrarse pero también los ganaderos, que priorizaban la ganancia económica por encima de la alimentación. El Estado buscó regular la matanza indiscriminada de reses pero usualmente los propios productores se rehusaban a cumplir. Asimismo, el llano al ser territorio tan extenso y despoblado, resultaba difícil para las autoridades hacer valer la ley.

El comercio entonces proliferó sin freno real del Estado. Se mataba y desollaba el ganado de inmediato y se comerciaba el cuero al amparo de la noche en los puertos fluviales de San Fernando y Nutrias con destino a Ciudad Bolívar. Un telegrama de 1913 del gobernador de Táchira, Pedro Murillo, a Juan Vicente Gómez refería: “Tengo informes de que los vapores que suben de Ciudad Bolívar a Guasdualito y Arauca vienen cambiando wínchesters en todas las costas del río (Orinoco) por cueros de res y plumas de garza, y lo malo es que este negocio no se efectúa con los amos de los hatos, sino con cuadrillas de merodeadores que roban la pluma de los garceros y matan clandestinamente el ganado a tiros para quitarles el cuero”.

Las plumas de garza también se hicieron muy cotizadas en la época victoriana para adornar sombreros femeninos lo que generó una caza intensiva de la garza real en Barinas y Apure.

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