Pubertat (2025) Crítica – Una fascinante miniserie de HBO Max que busca más el debate que el impacto

Hay una cosa que me ha llamado bastante la atención en lo que me he adentrado en ‘Pubertat‘. La nueva serie de Leticia Dolera, esta vez para HBO Max, se adentra en un mundo de grises y dudas, muchas dudas, en lo que se intenta ver qué hay de verdad en un caso de (presunta) agresión sexual entre menores. No es tanto una cosa de calidad, que tiene de sobra, ni de cómo aborda un tema tan delicado si no más bien de cómo se expone.
Porque con una historia de estas características y tanta enjundia se puede tirar por muchos derroteros. Quizás podríamos tener algo más decididamente trágico, como por ejemplo ‘Creedme‘ (Unbelievable) o similares, o algo que tire más al dramón emocional como la magnífica ‘Adolescencia‘ (con la que comparten algunos otros rasgos). En su lugar, Dolera ha abogado por la pedagogía.
Doler de Casteller
De ahí que por momentos se tiene la sensación de que la serie va más dirigida a los propios adolescentes y padres de los mismos que a un público de otra cuerda. Se ve, sobre todo, cuando la serie va de cara con los temas que aborda: feminismo, consentimiento sexual, toxicidad masculina, el patriarcado, la maternidad/paternidad, el posicionamiento y los límites con las redes sociales, móviles y demás que se exponen de forma relativamente didáctica.
Además, Dolera pone toda la polémica en una comunidad muy unida. No solo el nivel familiar, con los hijos de los protagonistas como los acusados de los hechos, también usa mucho el contexto del casteller como metáfora. No en vano se incide en esta construcción de castells, en su montaje y desmontaje. La «piña» inferior sostiene a las nuevas generaciones, una encima de la otra.
De esta manera, ‘Pubertat’ decide escapar de cualquier atisbo de frivolidad. Lo que le interesa a la serie, sin evitar enfrentamientos, malos tragos, tragedias y otras cuestiones casi naturales en estas circunstancias, es hablar. Y desplegar una serie de piezas y perspectivas poco a poco (prácticamente hasta el tercer episodio no empezamos a tener algo de idea) para que el espectador podamos entender qué pasa.
Sin embargo, lo que más me saca un poco de la serie es cierta sensación de querer abarcar algo más de la cuenta. En su afán de mostrar los diversos aspectos de la comunidad y, quizás, explorar ciertos síntomas de los males que existen, Dolera (y sus socios en la escritura Almudena Monzú y David Gallart) no termina de atinar cuando quiere escabullirse por terrenos de inmigración y privilegios, por ejemplo. Se queda, en el mejor de los casos, en mero resorte de guion.
En el fondo, estos peros son menores, porque lo que nos encontramos con ‘Pubertat’ es en líneas generales muy acertado. Sobre todo una vez que compras el tono tan tirante a lo pedagógico (es lo típico que podría ponerse fácilmente en los institutos) que tiene, a pesar de que a veces tirar por algo superficial. Una vez que se entra en la propuesta, uno no tiene más remedio que quedarse.
Cabe destacar, además, el reparto. Una sabia selección de chicos adolescentes (Bruno Bistuer Farré, Ot Serra Bas, Nael Gamell Orejuela y Aina Martínez) para representar lo que son, chicos de su edad. También destaca, en el reparto adulto, una inspiradísima Betsy Túrnez que básicamente se come la pantalla cada vez que sale.
Dice Leticia Dolera que le gustaría que ‘Pubertat’ «abra conversaciones necesarias en las familias.» Y creo que esa intención es lo que define a la serie. Sí, aborda un tema duro como es una agresión sexual y, más aún, en un contexto de adolescencia pero lo hace de una manera que más que valiente me parece honrada en su conversación de tú a tú con el espectador.
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