‘What It Feels Like for a Girl’ es un relato provocador y muy optimista sobre crecer en los márgenes, y también una de las series más impactantes del año

Con una mezcla explosiva de vulnerabilidad y mucha rabia contenida, ‘What It Feels Like for a Girl‘ acaba de aterrizar en streaming sin temor a que la recordemos como una de las series más impactantes del año -si no llega a entrar en el ranking general de los mejores estrenos de la temporada-. Inspirada en las memorias de la periodista Paris Lees, la serie cuenta la historia de Byron, una adolescente trans que crece en la Inglaterra de principios de los 2000, rodeada de violencia, precariedad y un entorno que no le deja espacio para ser ella misma. Sin embargo, en lugar de caer en los lugares más comunes del drama social, la serie despliega un retrato intenso y lleno de matices, narrado desde la furia, la vulnerabilidad, la ternura y la contradicción, que conviven en cada escena. No se trata solo de exponer el dolor, sino de mostrar la luz que también puede surgir de las grietas, la familia elegida y la capacidad de resistir.
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Seguir haciendo ruido
Es incómoda y escandalosa, porque sabe que hace falta serlo para remover. Ahí está el punto fuerte de ‘What It Feels Like for a Girl’, una miniserie no busca complacer agradar a nadie, sino contar una historia de marginación, violencia y deseo sin que la fuerza de su discurso se diluya por el camino. Y Byron (Ellis Howard) es la persona encargada de encarnar esa incomodidad: un personaje que se niega a ser reducido al papel de víctima, que se mueve entre el dolor y la euforia trans, que se arriesga constantemente porque quedarse quieta es lo peor que puedes hacer. Es incómodo de ver lo que le ocurre, pero sabemos que la única forma de cuestionar lo que parecía inamovible es confrontando lo que molesta.
Por eso mismo, la serie no se limita a mostrar un contexto hostil, sino que lo rompe desde dentro, mostrando cómo el deseo, el orgullo y hasta la crueldad forman parte de una identidad en construcción. Byron es alguien contradictorio y en ocasiones insufrible, pero ahí está su poder. Es un protagonista que desafía la empatía fácil y obliga a aceptar que crecer en los márgenes no tiene por qué convertirte en un héroe o en alguien prefecto. Y esa provocación es también una declaración de intenciones, porque es muy difícil avanzar sin incomodar antes.
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Salvaje y brillante


Si tuviera que quedarme con un episodio de ‘What It Feels Like for a Girl’, sería con el último, porque es el que condensa lo mejor y lo más devastador de la serie. Tras un viaje lleno de excesos, humor negro y violencia -que creo que se hace un pelín largo de más-, la historia desemboca en un cierre desgarrador que, aunque apunta a un nuevo comienzo, no llega a aliviar el peso de la pérdida. Es un desenlace que revuelve el estómago, porque nos enfrenta con una crudeza muy real a través del anhelo de redención de la protagonista. Una mezcla de amargura y ternura que deja un regusto que permanece más allá de los créditos finales.
Puede que no sea apta para todo tipo de públicos, pero es una serie que respira autenticidad, con sus excesos y silencios, con su caos y su delicadeza. Producida por la BBC y recién estrenada en Filmin, ‘What It Feels Like for a Girl’ te sacude, pero tú te dejas, porque ya sabemos que es imposible que la realidad cambie a mejor si no nos paramos a mirar y tenemos en cuenta a quienes están en los márgenes.
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