No le importa lo que digan los muertos

De los pocos programas de opinión que se pueden ver en las redes porque, al menos, intentan una ética que se conecte con la verdad de la realidad, está La base. Pero tampoco va a tragarse uno, acríticamente, todo lo que debaten, informan u opinan. Eso de que el medio es el mensaje no es una ocurrencia de McLuhan. La forma como se expresa el contenido importa. Si el programa está repleto de ironías graciosas, respecto a temas verdaderamente crueles y peligrosos; si todo es un bochinche, una chanza para hablar de genocidio, guerra y amenazas, la verdad se diluye, porque la verdad no es el hecho, sino la moral crítica de su tratamiento.
Media hora hablando sobre si es o no verdad que se destruyó una lancha con o sin drogas por parte de las fuerzas gringas, si es venezolana o no, si era peñero o no, si se podía o no detenerla. Y apenas una mención a los asesinatos, el verdadero hecho. No podemos acostumbrarnos a la muerte porque sea ordinario, cruel y cotidiano en Gaza. Es un crimen contra la humanidad.
Porque sean quienes hayan sido, incluso si fue un montaje, son los primeros asesinados, las primeras víctimas de una etapa violenta en la guerra contra Venezuela y expresión de la voracidad imperial contra el Caribe y Nuestra América. Es la transgresión de la primera normativa de convivencia humana, desde que el mundo es mundo: “No matarás”.
Establecido el hecho, podemos hacer todas las relaciones necesarias.
Lo que sigue es el corolario a ese primer acto de extrema violencia terrorista. No es que Narco Rubio se pase a la ONU por el forro de las mismísimas, que apenas tiene con el revólver en la cintura. El problema es que la ONU se quede callada, que los comunicadores se tomen a burla una frase que ni Hitler se hubiera atrevido a expresar públicamente. Que este imbécil con hojilla desconozca la mortandad que llevó a un mínimo acuerdo de convivencia entre los seres humanos. Es la suma de todos los miedos. Y del miedo a la ira hay una línea muy delgada, para quienes no podemos vivir bajo amenaza.
Tenemos 500 años y más de lucha; 300 años de colonización no fueron de sometimiento y resignación, fueron de resistencia activa, y 200 años han sido de ofensiva por la libertad, la justicia, la independencia, la soberanía y la paz. Nadie nos las regaló, nos las ganamos en la lucha contra el crimen del imperio de la muerte: el capitalismo.