12 septiembre, 2025

Eddington (2025) opinión – Es excelente. Una sátira sociopolítica salvaje y desquiciada sorprendentemente hermanada con Civil War

Eddington (2025) opinión - Es excelente. Una sátira sociopolítica salvaje y desquiciada sorprendentemente hermanada con Civil War


La verdad es que tenía pensado —al menos así figuraba en mi primer borrador con ideas para este texto— arrancar mi reseña de ‘Eddington’ de un modo muy diferente, pero los acontecimientos que arrancaron el pasado 11 de septiembre con el asesinato del activista de ultraderecha Charlie Kirk, y que continúan sacudiendo medios de comunicación, redes sociales y diversos foros de opinión, han cambiado radicalmente la perspectiva sobre un filme que antes del suceso ya se mostraba siniestramente relevante.

Durante las últimas 48 horas, lo nuevo de Ari Aster tras un trío de ases de la talla de ‘Hereditary’, ‘Midsommar’ y ‘Beau tiene miedo’ —con la que este título comparte más código genético que con sus aproximaciones al terror más puro— ha pasado a formar parte de esa clase de cintas que podríamos calificar de visionarias, hermanándose automáticamente con una ‘Civil War’ que, a través del prisma de Alex Garland, retrató los resultados de un declive progresivo de la democracia estadounidense extrañamente familiar.

Política, paranoia y cachondeo

No obstante, dejando todo esto a un lado y centrándonos en lo estrictamente cinematográfico, si hay algo que llama la atención de ‘Eddington’ es lo complejo que se antoja ubicarla en un único cajón para hacer una descripción certera de lo que espera al espectador aguerrido que se atreva a entregarse a sus múltiples placeres. Y es que esta exquisita majadería es al mismo tiempo un western, un thriller conspiranoico, un drama de personajes, un actioner… pero, si es algo por encima de todo, es una comedia negra salvaje.

Esto no debería sorprender, ya que la vis humorística de Aster se ha proyectado sobre toda su filmografía estrenada hasta la fecha —y esto incluye a una ‘Hereditary’ con mucha más sorna de la que puede parecer albergar a simple vista—, y se refleja sobre una condición de sátira sociopolítica que utiliza al pueblo titular como una maqueta a pequeña escala en la que se representa la deriva del país de las barras y estrellas —y, si apuramos, la global— desde el pandémico año 2020 hasta la fecha.

‘Eddington’ es un largometraje tan puramente político como acertado en su discurso sobre la era de la posverdad, el posicionamiento ideológico irracional —y tristemente extremo—, el control de las pantallas y los tejemanejes de las altas esferas para dirigir nuestras miradas hacia el lugar oportuno mientras cuelan goles por la escuadra, aquí representados por un centro de datos con el rimbombante nombre de SolidGoldMagikarp. Una visión certera y corrosiva que no quedará exenta de críticas por, aparentemente —y sólo aparentemente— no emitir su mensaje plenamente masticado.

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Si sus lecturas ya la convierten en una obra potencialmente difícil de digerir para un nutrido grupo de espectadores, a nivel narrativo ‘Eddington’ también está condenada a polarizar. Buena culpa de esto la tienen sus dos hora y media de metraje, que se desarrollan con una calma determinante para construir con acierto a sus personajes y crear un ambiente de tensión y crispación que, como una olla a presión, termina explotando en un mid point de esos que invitan a ahogar un grito frente al impacto y el desconcierto.

Es a partir del ecuador cuando Aster saca la artillería pesada —de hecho, lo hace literalmente— durante una segunda mitad que culmina en otra de sus pesadillas febriles, pisando el acelerador en su crescendo constante y desembocando en un tercer acto descomunal, desquiciado y violentísimo. Un clímax brillante que enriquecido por una forma que alcanza su cenit en un tercio final con una de las mejores puestas en escena del año, enriquecida por la soberbia fotografía de Darius Khondji, infalible tanto a plena luz del día como en las escenas nocturnas.

Como apunto, ‘Eddington’ no es para todo el mundo. La última colaboración del cineasta neoyorquino con A24 estimula celebros y retinas al unísono, es sorprendente, original, divertidísima, incómoda y desafiante con el espectador tanto en lo fílmico como en lo ideológico. Todo esto debería ser suficiente como para recomendarla abiertamente y sin filtrado alguno, pero su cadencia y su excentricidad, canalizada a través de unos protagonistas notables, son carne para irritar a los menos pacientes. Algo que, por otro lado, no esté reñido con que estemos ante una de las mejores películas de un 2025 que parece estar a punto de descarrilar.

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