Horizonte comunal – Últimas Noticias

Horizonte Comunal es el nombre de una asignatura que se imparte en escuelas y liceos de la comuna El Maizal, entre los estados Lara y Portuguesa. Sus comuneras y comuneros decidieron esta incorporación siguiendo los lineamientos de la toparquía de Simón Rodríguez, para quien la libertad plena de un pueblo se logra cuando este puede producir un pan del tamaño de su hambre. En 1832, en sus Observaciones sobre el terreno de Vincocaya, escribe esta máxima: “Una revolución política pide una revolución económica”.
En la edición de 1842 de su libro Sociedades americanas, nos dice: “El producto de la tierra es la mejor hipoteca”. En 1847, le escribe a Anselmo Pineda: “La verdadera utilidad de la creación es hacer que los habitantes se interesen en la prosperidad de su suelo”.
En 1851, en los consejos de amigo dados al Colegio Latacunga, es preclaro: “Si los americanos quieren que la revolución política les traiga verdaderos bienes, hagan una revolución económica y empiécenla por los campos y diariamente notarán mejoras, que nunca habrían conseguido empezando por las ciudades.
El rol de las universidades en estos momentos debe girar en torno a dos conceptos: productiva y popular. Sobre el primero dice Kléber Ramírez Rojas: “Producir alimentos, ciencia y dignidad”; sobre la segunda, explica Rodríguez, hay que empezar “por la economía social con una educación popular, reduciendo la disciplina propia de la economía a dos principios: destinación a ejercicios útiles y aspiración fundada a la propiedad y deduciendo de la disciplina el dogma: lo que no es general, no es público; lo que no es público, no es social”.
Los rectores de las universidades, insiste Rodríguez en el Extracto sucinto de mi obra sobre la educación republicana (1849), “serían buenos labradores si en las tierras vírgenes de los desiertos sembraran la semilla que se pierde en los poblados (los niños pobres). Harían la abundante cosecha (de hombres) que en vano esperan de los corrales y de los salones de las ciudades. Por más esmero que pongan en cultivar, en terrenos ingratos, semilla buena, al cabo verán que en los corrales sembraron para cochinos y en los salones para pájaros. Escapará una que otra matita, y tendrán que consolarse con esperanzas de campesino agorero”.
Sometamos el proyecto de Simón Rodríguez a la crítica: “El siglo tiene su enfermedad, una sed insaciable de riqueza, pero también tiene su genio: hay fuerzas en el sujeto, y estas consisten en sus luces”. Ha llegado nuestra hora: la infancia y la adolescencia necesitan el horizonte comunal y los campos venezolanos están reventando por hablar: ¡Siémbrennos!