Autopercepción facha – Últimas Noticias
Muy erróneamente, el facho se autopercibe inequívocamente distinto, superior en todos los aspectos. Por esta razón, no teme a la invasión facha de una potencia extranjera. Piensa que los misiles, los cañones y las balas saben diferenciarlos, con precisión, de los chavistas a quienes consideran inferiores en lo racial, lo racional, lo intelectual y lo estético.
En Venezuela sabemos que esta falsa autopercepción le ha costado la vida a varias personas. Hay quienes se han metido entre las hordas fachas pensando que era evidente su condición de copartidario y, sin embargo, esas hordas sintieron que era un cuerpo ajeno a su “legión” o “comandito” y decidieron eliminarlo.
Los gringos, menos podrían dar con la diferencia. Un ejército invasor yankee es manada de adolescentes asustados y drogados, completamente armados y ansiosos por disparar. Su tarea es avanzar en bandas, sembrando miedo e imponiendo dominación. El único momento cuando sienten un poco de seguridad, es cuando perciben que ha sido muy multitudinaria la masacre.
Y masacrar, en términos básicos, es no diferenciar. Así, olviden la idea de que un ejército invasor vendría preparado para reconocer el olor cobarde de quienes pidieron una invasión. Recuerden que los sentidos de los invasores estarán distorsionados por las drogas consumidas para controlar su propio miedo.
En estas condiciones, si ocurrieran, el recurso más prudente que le quedaría a los fachos amantes de invasores, es responder para sí mismos la pregunta que gustan formular a los chavistas: ¿ dónde te vas a meter cuando comience la invasión?
Si algún facho se tomara la tarea de mirar en las estadísticas de las invasiones gringas se enfrentaría a tres desagradables sorpresas. La primera es que no saben nada de cirugía. Nunca ha ocurrido una “extracción quirúrgica”. Las víctimas de las intervenciones son, cuando menos, decenas de miles. La segunda es que las tropas no son la gente rubia que se imaginaban ni los “jóvenes idealistas de la libertad”. Son bandas de mercenarios, casi ninguno caucásico, deseosos de violar y matar.
La tercera es la más cruda. No se les ocurra mostrar alegría a los invasores. No vayan a salir con una banderita gringa a saludar. Esos asesinos sienten que su vida está en juego. Asustados, no están dispuestos a morir en manos de alguien que se hace pasar por amigo. Van a matar primero al de bandera gringa, después matarán a los demás saludadores.
