Crítica ‘La Comunidad’ (2000) – SOY DE CINE

Álex de la Iglesia regresa a las salas con La comunidad, una de sus películas más celebradas, con motivo de su 25º aniversario.
El director bilbaíno recupera la sátira vecinal que lo consagró en el año 2000, con Carmen Maura al frente de un reparto coral inolvidable de lo que ya es un clásico del humor negro español.
Sinopsis de La comunidad
La historia arranca cuando Julia (Carmen Maura), una agente inmobiliaria, descubre en un piso madrileño el cadáver de un anciano y, junto a él, una maleta con 300 millones de pesetas. Decide quedarse con el botín y esconderse en el mismo apartamento, pensando que nadie lo notará.
El problema es que los vecinos del edificio —un grupo estrafalario, avaricioso y muy unidos por un pacto secreto— también conocen la existencia del dinero. A partir de ahí, la tensión va subiendo: Julia queda atrapada en un entorno claustrofóbico donde la codicia, la paranoia y la violencia se desatan.
Crítica
La Comunidad es una de las obras más celebradas de Álex de la Iglesia, una fábula oscura que combina dentro de sí diversos registros, como el humor negro, la sátira social y el thriller costumbrista. La película disecciona la avaricia y la hipocresía que laten en la vida cotidiana de nuestra sociedad, transformando la convivencia vecinal en un microcosmos grotesco donde el dinero revela la peor cara del ser humano.
La narración que construye de la Iglesia parte de una premisa clásica —una mujer encuentra un botín oculto— para ir escalando en un torbellino de humor negro, violencia y situaciones cada vez más absurdas. El director convierte el edificio en un tablero de ajedrez, donde cada vecino esconde algo y donde la tensión va creciendo hasta estallar en un clímax tan disparatado como memorable.
La fuerza de lo visual
Su puesta en escena, barroca y juguetona, mezcla la crudeza del thriller con la mordacidad de la comedia. Pasillos estrechos, pisos decadentes y tejados imposibles se convierten en escenarios que atrapan al espectador en una pesadilla vecinal que pasa volando y que, a la vez, resulta tan incómoda como hilarante.
La Comunidad destaca también en su acabado técnico. La fotografía de Kiko de la Rica contribuye a ese tono opresivo y grotesco, jugando con esos mencionados pasillos en penumbra, luces duras y encuadres que refuerzan la sensación de encierro y amenaza.
Un reparto de lujo
Uno de los mayores atractivos de La comunidad es su reparto. Un auténtico festín coral que reúne a algunos de los intérpretes más sólidos del cine español. Desde luego hay que comenzar destacando a Carmen Maura, que brilla con un papel hecho a su medida y que lleva el peso de la narración.
A su alrededor orbitan figuras imprescindibles como la de Terele Pávez, que firma algunas de las escenas más memorables de la película, como ese duelo ante Maura cuando sus personajes bajan a tirar la basura o su salto a lo Matrix. Emilio Gutiérrez en un papel de villano, Eduardo Antuña con un punto cómico hilarante… y nombres como los de Enrique Villén, Antonio de la Torre, Jesús Bonilla e incluso un jovencísimo Luis Tosar en un pequeño papel.
Algo a destacar, además de todo lo ya comentado, es su huella en ficciones televisivas posteriores como son Aquí no hay quien viva y La que se avecina, que adaptan al formato seriado esa mezcla de costumbrismo, histeria colectiva y caricatura social que De la Iglesia llevó a su máxima expresión en esta cinta.
25 años después, La Comunidad continúa siendo una radiografía feroz de nuestras miserias colectivas y una de las grandes joyas del cine español. Al revisitarla, uno no solo se reencuentra con una de las mejores obras de Álex de la Iglesia, sino que constata cómo, pese al paso del tiempo, seguimos viéndonos reflejados en ese retrato grotesco y despiadado. Una película imprescindible que merece ser redescubierta en pantalla grande.