A García Lorca lo fusilaron por rojo
El abogado golpista Juan Luis Trescastro estuvo por un tiempo de bar en bar, vociferando: “Yo mismo le he metido dos tiros por el culo por maricón”. Esa es solo una de las tantas pistas que han seguido los más empecinados investigadores, como el irlandés Ian Gibson, para entender el injustificable asesinato del poeta granadino Federico García Lorca en 1936, apenas un mes después de iniciarse las hostilidades de la Guerra Civil Española.
Sus preferencias sexuales fueron una excusa, en una tierra sumergida en el ambiente machista de la provincia rural. Sin embargo, la más marcada razón fue su condición de “rojo”, que era la manera en que el bando nacionalista encabezado por el general golpista Francisco Franco señalaba a sus enemigos, todo lo que tuviera relación con el gobierno de la República Española que, entre otros tantos aciertos, había establecido la Institución Libre de Enseñanza y las misiones pedagógicas, apostando por una educación laica, naturalista y progresista, lo que le granjeó además el odio fanático de la Iglesia Católica y sus adláteres.
El fusilamiento del también dramaturgo, músico y pintor, abatido junto a dos banderilleros y a un humilde maestro de escuela, fue apenas el abreboca del sanguinario pase de factura de los factores de la derecha que dieron al traste con la esperanza reformista de un gobierno que había derogado la arcaica figura de la monarquía, estableciendo la Segunda República con ideas profundamente innovadoras, demasiado para el conservadurismo español. No obstante, nada justificó ni entonces ni ahora el asesinato cobarde de un creador universal, quien no militaba en partido alguno, pero sí proponía ideas revolucionarias en su arte y en su andar.
89 años después, en la sociedad española persiste un velo en torno al desagravio, y pese a que existen pistas claras y tecnología de punta para identificar el sitio exacto del Barranco de Víznar, en las afueras de Granada, donde permanece el cadáver del poeta y sus infortunados compañeros, no ha habido consenso posible para desenterrarlos y dignificar sus memorias.
La muerte de un poeta
Antonio Machado le dedicó un poema conmovedor:
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Fue detenido el 16 de agosto de 1936 en la casa de su amigo poeta Luis Rosales, y se calcula que fue asesinado dos días después, el 18 de agosto a las 4:45 de la madrugada, en el camino entre Víznar y Alfacar, cerca de su amada Granada.
Se responsabiliza a una red de golpistas, falangistas y enemigos de la familia García, pues su padre era un rico hacendado. Se señala a Ramón Ruiz Alonso, de la Confederación Española de Derechas Autónomas, como el autor intelectual.
