29 septiembre, 2025

‘Dangerous Animals’ (2025), crítica | No tiene derecho a ser tan buena. Aunque sobre el papel es una mamarrachada con tiburones, sabe explotar todas sus virtudes al máximo

'Dangerous Animals' (2025), crítica | No tiene derecho a ser tan buena. Aunque sobre el papel es una mamarrachada con tiburones, sabe explotar todas sus virtudes al máximo


Desde que Steven Spielberg dio pistoletazo al género de «cine de tiburones» en 1975 (lo que no quiere decir que no hubiera películas con estos animales antes), no ha habido verano sin que tuviéramos al menos dos películas con escualos haciendo de las suyas, comiéndose adolescentes que solo querían disfrutar en la playa, montándose en tornados u oliendo la sangre y pidiéndose una pierna poco hecha para cenar.

Por supuesto, 2025 no iba a ser menos, y se estrenarán dos películas tiburonescas, pero esta vez con giro incorporado para no encasillarse en las convenciones del género. Una de ellas, ‘Tiburón Blanco, la bestia del mar’, tiene lugar en la II Guerra Mundial. La otra, ‘Dangerous Animals’, lo usa como excusa para una película de psicópatas, secuestros y surferos en Australia tan olvidable como disfrutona. Puro cine de verano, vaya.

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Se la llevó el tiburón, el tiburón

El concepto «asesino en serie que graba snuff con tiburones» parece, a priori, algo más propio de una película de serie B videoclubera repleta de tripas y caras desencajadas de actores novatos. Sin embargo, ‘Dangerous Animals’ es capaz de ir más allá y convertirse en una película apreciable, con cierto toque artístico, que acierta totalmente al tomarse en serio a sí misma: dado que el argumento en sí ya es un dislate, la única manera de destacar es diferenciándose de todo lo que se espera de ella.

Bien es cierto que el ambiente creado por su director, Sean Byrne, va de más a menos: tras un primer acto terroríficamente inquietante, la película se centra excesivamente en la búsqueda y el potencial reencuentro de la pareja protagonista, claramente sin mucho más que contar hasta llegar a un fantástico clímax. Eso sí, acierta al no repetir en exceso las escenas de la carnaza y el tiburón, de tal manera que siempre supone un espectáculo del que es muy difícil cansarse. Tristemente, una vez planteado el problema, no es capaz de ir más allá, y al final deja un sabor de boca un poco amargo.

Sin embargo, ‘Dangerous Animals’ se vanagloria de no ser una película de tiburones al uso, sino una cinta de supervivencia en circunstancias extremas, y es ahí donde la película logra levantar el vuelo: su protagonista es capaz de aguzar el ingenio hasta el extremo convirtiendo la posible pantomima en una divertidísima caza del ratón y el gato (en este caso, acompañado por un escualo). Una «final girl» inteligente, un villano sin redención, un héroe destinado a fallar en sus pesquisas, un gigantesco tiburón con hambre, ¿qué más se le puede pedir a una película veraniega?

The only shark around here is me

‘Dangerous Animals’ es la mejor versión de lo que podría ser en parte gracias a un fantástico villano interpretado por Jai Courtney (‘Escuadrón Suicida’, ‘Divergente’), que es capaz de insuflar carisma a un personaje que, sobre el guion, es un villano de opereta, un psychokiller más con ansias de sangre y un plan rocambolesco bajo el brazo. Sin embargo, gracias a su expresión corporal y su carisma, se convierte en uno de esos malos que da gusto odiar, llevando toda la película sobre sus hombros.

Pudiendo hacer caja con una cinta mediocre y que no aportara nada nuevo al género, se agradece que esta vaya más allá y se nos haga totalmente original, desbocada e intensa, con algunas escenas fabulosas y repletas de tensión, pero siempre consciente de lo que es. Por muy en serio que se tome a sí misma, ‘Dangerous Animals’ no puede dejar de ser una película con la que disfrutar entre tiburones y villanos, víctimas y sangre, psicópatas y terror del todo a cien. Está en su ADN, y es muy difícil no dejarse llevar por su sádico disfrute constante.

Nadie va a tener este título en sus listas de final de año, ni se va a convertir en la nueva gran sensación de la taquilla, pero es una opción fantástica para poner el cerebro en pausa, disfrutar del aire acondicionado (o, por qué no, de la brisilla playera) y dejarse llevar con una película consciente de sus carencias y que, lejos de explotarlas a toda costa, las oculta, potenciando hasta el máximo sus puntos fuertes. El resultado es sangriento, divertido y único, perfecto para todos aquellos que creen que hay un cine de tiburones que puede volver a sus inicios apartándose de los ‘Sharknados’ de saldo con los que nos inundaron durante años. Entre baño y baño, ¿qué más quieres?

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