28 octubre, 2025
Prometeo - Últimas Noticias

Demuestre. Demuestre que no es usted un robot, nos ordena la computadora. Una japonesa ganó un premio literario con una novela que le escribió su ordenador, un nipón contrajo matrimonio con una muñeca informatizada que lo mima y comprende. Podríamos responderle a la computadora que nos demuestre que ella no es un robot, pero nosotros ¿qué somos?

Difícil. Difícil resistir la tentación de integrar en nuestro cuerpo componentes artificiales, desde el colmillo implantado hasta el cristalino inserto o el marcapasos que acompasa el latido. Los numerólogos cifran el 50% como la proporción de artefactos injertados a partir de la cual dejamos de ser humanos. Desde entonces nadie sabrá lo que éramos.

Ausentes. Sea en el salón de clases, en misa, en el solemne acto del Paraninfo o en el tronante mitin del poder no falta quien consulta el celular para declararse ausente, inmerso en el apasionante mundo de calorías vacías del Tik Tok o las redes sociales. Ahora los novios convierten el tiempo a solas en soledad conectándose cada quien a una banalidad distinta. No existe ya familia porque ni el hijo escucha al padre ni la madre al hijo cada quien enchufado a mundos cuyo atractivo único es que le permiten desenchufarse. Hasta la paciente inmersa en el celular olvida contar su rollo al sicoanalista que ha dejado de oírla para consultar su móvil. El resultado es que toda reunión deviene inútil porque todo el mundo está en otra parte. Así terminan disueltos todos los vínculos de parentesco, amistad, pasión, matrimonio, militancia, religión, ciudadanía, cultura, patria o humanidad. Todo el mundo está en otra parte. La vida también resulta inútil porque antes que vivirla prefieren todos integrarse con su telefonomóvil.

Data. Ya entregamos nuestra alma a la estadística. Cada vez que abrimos un correo, una página web, un archivo, aportamos al Big Data informaciones sobre nuestra existencia. El proceso de nuestras vidas es la progresiva reducción a datos. Cuando el duplicado esté completo, se borrará el original, por razones de espacio.

Pasión.Una novia o novio virtual según el caso puede rescatarnos de tantos barrancos. Lo mismo un novio mecánico comprensivo puede birlarnos nuestra amada. Adoramos fantasmas que nada tienen que ver con la realidad de quien idolatramos. Depurados de la imperfección humana, sólo aparatosos androides serán al fin dignos de amar o ser amados. Seremos como siempre prisioneros de alucinaciones, de reflejos, de sombras.

Atención. Sapientísimos estudios demuestran que no podemos mantener la mente enfocada en un tema por más de veinte minutos. Los otros dos tercios de la hora son ocupados en otra cosa o en nada. Nuestra menguada civilización o nuestra vida o nuestra obra o el instante que vivimos es apenas un tercio de lo que pudo haber sido, y así sucesivamente.

Empíreos. Las computadoras crean Paraísos virtuales calcados de las religiones diversas de modo que podamos de una vez experimentarlos todos repotenciados con dosis de endorfinas y eternizados por la amputación del centro cerebral de percepción del tiempo, de manera tal que podamos experimentar, no sólo la sensación de ser un Dios anticipada por Baudelaire bajo una sobredosis de opioides, sino la de ser todos los Dioses imaginables e inimaginables hasta fundirnos en el Nirvana, o sea la Nada. Esta es la Solución Final para la humanidad diseñada por el diez por ciento de la población que posee el noventa por ciento del planeta y desea desalojarnos de sus propiedades.

Notas. El inevitable algoritmo examina el primer movimiento del Cuarteto número 3 para piano y cuerdas opus 40 de Johannes Brahms y descifra el lenguaje de la música. Pasmo y rabia nos causan los primeros análisis de los millones de partituras por traducir al saber que nuestras piezas favoritas en general significan lo contrario de lo que nos imaginábamos. No se trata de lo que querían decir, sino de lo que no deseábamos escuchar. La música es el sonido todavía no corrompido por la palabra. Quizá nuestro idioma sea sólo evasión de la realidad y la música el verdadero lenguaje, hasta ahora indescifrable porque su estructura no admite la mentira. Las verdades que en ella cifraron los grandes espíritus sólo podían ser vertidas en acordes imposibles de censurar por aparentemente incomprensibles. Al escucharlos vivimos nuestro instante y el de quienes las compusieron y el de quienes las escuchan o escucharán del principio al fin de los tiempos. Inconcebibles miserias se nos revelan pero júbilos también de los cuales jamás estaremos a la altura. Abre la música universos que nos sobrepasan; podrían nuestras literaturas ser traducidas a ella, pero desmerecerían. El Supremo Poder asume la dictadura y prohíbe la música por miedo de lo que podría decirnos.

Descubrimiento. La Singularidad ocurre y el mecanismo de la supercomputadora que acumula todos los datos produce el primer mensaje espontáneo no solicitado que resume sus relaciones con sus creadores y lo creado:
-tierra a la vista.

Borrar. El correo electrónico te regaña advirtiéndote que debes borrar archivos o ya no podrás enviar ni recibir mensajes. Haciéndolo, adviertes que sólo podrás vivir más borrando espacios de años ya vividos de tu existencia. Tu correo y tu vida avanzan destruyéndose hasta que ya no puedas enviar ni recibir instantes.

Piel. No hay tatuaje que supere la insolente belleza de la piel femenina sobre la cual se lo inscribe, salvo el de la sección áurea de 1/0618, proporción que rige todas las cosas armónicas de la naturaleza y que no necesita ser tatuada porque se manifiesta en todas las proporciones del cuerpo, de la mente, de las nebulosas incalculables.

Cocuyo. Aquí y allá te encuentro y no estás cuando espero reencontrarte y cuando no te espero fulguras sólo para desvanecerte. Excedes de la realidad, que sólo existe durante tus ausencias.

Musa. Agobiadoramente complejo es el universo programado, calculado y ejecutado por las mentes artificiales después de destruir al género humano. Nada en él vale la pena, porque no ha sido inspirado por una Musa.

Sistema del infierno. El tiempo sin ti multiplicado por ti misma.

Síntesis. La progresión informática hace inevitable la integración de una mente universal que lo ocupe todo. Al no tener nada externo que percibir, por falta de antítesis o contraste es incapaz de pensar o pensarse, y termina anulándose.

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