Hacen y “ganan territorio”, sin pedir permiso

Como que hay un patrón en la forma y materialización en la que los Estados Unidos se expande y se impone, a juzgar por los hechos.
Primero, un privado, en ejercicio de su derecho a la libre empresa, emprendedor estadounidense lanza con éxito una innovación, un servicio, aplicación o plataforma digital, todo sobre internet, que se hace global y se posiciona como líder en el mercado existente o crea el nicho de mercado y lo desarrolla, quedándose con la mayor o mejor parte. Ya por haber sido creada la empresa en Estados Unidos está sujeta a sus leyes, sistema judicial y a sus poderes públicos.
El negocio al tener éxito con su propuesta de valor, al ser ampliamente aceptada por clientes y consumidores, proveedores e incluso hasta gobiernos, es legitimada e institucionalizada en la práctica globalmente.
Si la empresa es extranjera es obligada a tener presencia legal y comercial en EE.UU., a instalar infraestructura crítica en el país, a ser dirigida por un local y hasta en algunos casos, ser vendida a estadounidenses.
Como se montó sobre internet se amparó de sus principios “libertad, neutralidad, igualdad” esto le permitió pasar como Pedro por su casa, sin pedir permiso entra y opera a sus anchas en la mayoría de los países de su elección. Eso sí, a sus usuarios, clientes y relacionados se les exige aceptación previa, de lo que vendría a ser de hecho un contrato de adhesión en forma de Condiciones de Uso y Políticas de Privacidad, ambos bajo el marco de las leyes de los Estados y la federación de Estados Unidos.
Sin advertir pasan varias cosas: se privatiza y coloniza la Internet, se expande la acción de todo el sistema de justicia y de las instituciones reguladoras estadounidenses, como por ejemplo: el Departamento del Tesoro, la Comisión Federal de Valores (SEC, por sus siglas en inglés), el Departamento de Comercio, la Comisión Federal de Comunicaciones (en inglés FCC), como mínimo, además, amplía el alcance de las leyes en materias relacionadas con estas empresas multinacionales, con sus negocios, productos y servicios, extendiendo el radio de acción e impacto de su poder legislativo -Cámara de Representantes y Senado-.
En la práctica, legitiman y validan propuestas de valor y modelos de negocios, luego, avanzan con la legalización necesaria y el gobierno estadounidense descubre su juego, si le conviene.
En este trance, la internet pasó de ser una red de redes global pública a ser una red global pública de acceso a colonias privadas, rebautizadas como nubes.
Material y legalmente en esta expansión los Estados Unidos se ha ido convirtiendo en un Supra-Estado.
¿Libre o de código fuente Abierto, hasta dónde llega?
Otro paquete de alcance limitado, en la práctica, ¿se tratará de un marketing efectivo para realizar una ingeniosa estrategia de negocios o un método de desarrollo de aplicaciones de software a través de trabajo colaborativo mundial? Todas las respuestas son posibles.
En los hechos, ¿hasta dónde llega esta libertad, trasciende la gratuidad del pago?, ¿Se logra está aspiración de libertad al ser apropiada como herramienta, suponiendo, por ejemplo, el máximo aprovechamiento de las cuatro libertades establecidas por el Software Libre: “usar el programa para cualquier propósito, estudiar cómo funciona, modificarlo y redistribuirlo”? ¿Hasta dónde llega está transferencia del saber cómo? ¿A nivel de consumidor, administrador, desarrollador de módulos e interfaces, integrador y creador de distribuciones, hasta llegar al nivel de un gurú? ¿Esta libertad qué significado y sentido tiene? ¿Le permite tomar ese martillo y usarlo para cortar madera o instalar/desinstalar tornillos? Si la respuesta es No, allí la tecnología muestra su límite, ella tiene un propósito, un para qué y por qué fue concebida, para qué será usada, por quiénes, qué prácticas, relaciones, procesos, se pretenden reproducir, y en muchos casos, automatizar con ella.
Richard Stallman completó la propuesta instrumental del Software Libre y agregó el principio de éste como una “filosofía de vida y visión de mundo”, muy bonito pero todavía no basta, es muy general y no ofrece mayor resistencia a la dominación, no se compromete con acciones emancipatorias de mayor alcance.
Así, pudieran ocultarse detrás de los términos para clasificar una tecnología como libre, abierta e incluso pública, propósitos de expansión y dominación global en cuanto que imponen la estandarización de formas de hacer, de estar, de tener, de ser -de existir-.
¿Plantear una soberanía, independencia y seguridad parcial tiene sentido?
Siendo soberano e independiente el martillo, como tecnología, solo servirá para clavar clavos, el serrucho para cortar madera, la cosechadora para desarrollar la agricultura extensiva, dominar, apropiarse de estas tecnologías hasta incluso llegar a dominar su fabricación tiene un límite en su propósito, en su por qué y para qué fueron creadas.
Ello no quiere decir, que se deban descartar de plano estas tecnologías, la recomendación es que ellas deberán ser consideradas a la hora de plantearse la soberanía, independencia y seguridad nacional de un país en forma integral, en tal sentido se deberá evaluar si las tecnologías en cuestión tributan o no a este fin último y de cuál manera.
¿La semántica y la narrativa cambia esta realidad?
Si la respuesta se queda en la confrontación de narrativas, en número y colorido de etiquetas y lemas, en la batalla de ejércitos de influyentes en los medios sociales y las plataformas digitales, donde la inmediatez y la simplificación mandan, poco o nada se logrará cambiar, la marcha de este molino continuará.
Limitar el debate al uso y apropiación de estás tecnologías de vanguardia, como si asumirlas fuera un hecho inevitable, incuestionable e impostergable sería una capitulación a la imposición del confinamiento a un mundo de vida -como lo entiende este escritor, la fusión de mundo cultural y social-, estandarizado, singularizado y reducido a la dimensión digital, como lo concibe un país, con el añadido de la deslocalización de su población y aceptación del nuevo “territorio global” colonizado por el mismo país devenido en Supra Estado.