El muerto de las Gradillas

Cuando en los primeros tiempos de la capital se comenzaba a pavimentar las calles, debió nivelarse la plaza central conocida como la plaza Mayor y que desde el último tercio decimonónico dio paso a la Plaza Bolívar. La pendiente original del terreno obligó a construir unas gradillas para solventar la diferencia de altura y las calles circundantes, en especial en la esquina sureste, la más baja de las cuatro.
A mediados del siglo XIX el cólera había invadido la costa de Venezuela, causando muchas víctimas fatales; solo en Caracas habían superado las dos mil. Debido al estado ruinoso de los cementerios, debió abrirse nuevos camposantos católicos. Al norte, en Sabana del Blanco, fue construido el cementerio de Los Hijos de Dios, consagrado el primero de noviembre de 1856. Iniciado para enterrar a los difuntos de la peste en fosas comunes, siguió usándose hasta el año 1876, cuando fue cesado por haberse habilitado el Cementerio General del Sur, solo restituido durante la presidencia de Linares Alcántara para ser aprovechado durante dos años adicionales.
En su momento fue la necrópolis más importante de la ciudad, donde fueron sepultados ilustres personalidades, varios próceres de la independencia y de la Guerra de la Federación. Abandonado desde 1878, es arrasado por completo entre 1950 y 1951 para construir en su lugar la urbanización Diego de Losada. A pesar de que muchas voces se alzaron contra dicha medida, la paz de los sepulcros quedó perturbada. Decían los caraqueños que los muertos enfurecidos saldrían a asustar a los vivos.
En 1950, Billo Frómeta compone una guaracha con ribetes de swing y jazz, El muerto de las Gradillas. En dicha pieza, el maestro introduce magistralmente los primeros compases de La danza macabra de Camille Saint-Saëns, para luego dar paso a ese sabroso tema principal, retomando al final los compases iniciales. La letra habla de un distraído peatón que se topa con un muerto en la esquina de Gradillas, quien le jala por los pies y le agarra por las manos para contarle que hay problemas en el cementerio.
No se han tenido más noticias de estos encuentros, quizás los espantos se mudaron y solo en los primeros tiempos de confusión hayan vagado por las calles de la urbe, inspirando a Billo a dedicarles una oración a son de guaracha.