Teléfono inteligente – Últimas Noticias

En la zona azul del vagón del metro, la de los viejos, estos mantenían una animada remembranza, motivados por la exploración emocional que a veces hace Diosdado Cabello en su programa de televisión Con el mazo dando, cuando trae del pasado productos de consumo, anuncios publicitarios, juegos, etc (se acarician en secreto los recuerdos).
Entre preguntas, respuestas y evocaciones, los viejos estaban jugando con el presente y el pasado. Edades, personajes, imágenes, juegos, series, radionovelas y hechos se entrelazaban con olores, sabores, y sobre todo lo hacían con placer. Antes de bajarme llegué a escuchar: “¿Qué es lo primero que se pone un hombre?”.
Con esa pregunta y con el goce de lo vivido, pensé en la galleta molida, los helados cruz blanca, la chicha A1, el Paspalito y mi perinola hecha con lata de jugo Yukery (en Caracas).
Un pasado de consumo, de productos y agencias publicitarias cuyas casas matrices estaban en EEUU y cultivaban el imaginario venezolano, apoyados en la prensa, radio, cine y la televisión.
La pantalla del teléfono de inteligencia (smartphone) ya colonizó el futuro; se ha hecho omnipresente. Los carros, las autopistas con pantallas, la prensa migró a la web y hasta la radio (el último refugio) la quieren convertir en televisión.
Es la sociedad de la electricidad, digital, del internet y la pantalla. Y en especial la pantalla del smartphone, en el que con un toque tenemos computadora, grabadora de sonido y video, televisión, radio, cine, cámara fotográfica, biblioteca, bancos afiliados. Hacemos videollamadas a cualquier lugar del planeta donde llegue el internet y ubicamos su dirección con GPS. Además, tenemos el control total del hogar (internet de las cosas) y si hacemos ecosistema digital con el smartwatch (reloj de inteligencia) se miden temperaturas, saturación de oxígeno, stress, realiza electrocardiogramas, etc (se obtiene el control del expediente biológico y el historial de vida).
Todos esos avances tecnológicos no pueden lograr la emoción, la empatía, la comunidad situacional que experimentamos en el metro. Sin embargo, con el whatsapp priman las visitas virtuales, nada de abrazos personales.
Nos han encandilado y hemos subestimado a nuestros medios tradicionales, que demandan una atención científica, política y social. ¿Qué es lo primero que hacemos al despertarnos? ¿Buscar el celular?