“Hacer teatro infantil es mi necesidad espiritual”

El compromiso de Armando Carías por llevar el teatro infantil a todos los públicos es notable. Convence a jóvenes adustos y a adultos huidizos de su niño interior, para que encuentren ese valor espiritual que es la inocencia en el juego del arte escénico.
El actor, director de teatro, comunicador social y fundador del emblemático grupo El Chichón de la Universidad Central de Venezuela, lidera el colectivo artístico Comunicalle, que durante más de 10 años ha hecho arte en la calle, de contenido social y cultural venezolano, en todos los lugares posibles de la cotidianidad.
Hace pocos días participaron en el VI Encuentro Internacional de Artes para las Infancias Corazón Feliz, en La Habana, Cuba, haciendo teatro y también presentaciones musicales con su proyecto la Banda de Plastilina, en varios sitios para el arte y la formación de niños. La actuación del grupo destacó en la Escuela Primaria y Secundaria Hugo Chávez.


Sobre su experiencia en este festival, dijo que “hay una efervescencia, motivación y preocupación de los creadores cubanos dedicados casi exclusivamente a trabajar para la infancia”.
“Todo creador y toda creadora de Venezuela, en sus diferentes campos del arte, debería transitar por la experiencia de crear para la niñez”, comentó.
Carías es profesor de Teatro Infantil en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), la única materia que se dedica a este periodo de vida, y frente a esa ausencia en otras áreas, hizo un llamado a los ministerios de Educación y Cultura, para que consideren la creación de una mención de la infancia.
“Vivimos en una sociedad adultocéntrica”, aseveró, y posteriormente hizo una descripción ejemplificando lo que está hecho para el adulto: las sillas en locales, parques y salas de teatro.
También mencionó que los adultos, muchas veces, formulan frases que irrespetan a los niños. Esto también aplica a las personas con discapacidad, de la tercera edad y otros sectores marginados.
Celuleitor
Comentó que el capitalismo interviene en el ataque a la infancia a través de la “seducción del consumo y la moda. Todos hemos caído en la trampa en un momento dado”.
Considera que parte del trabajo de las y los creadores para la infancia es “estar conscientes de este sistema de antivalores, para dar la batalla con valores humanos y socialistas”.
En las presentaciones que hacen en Venezuela, y que llevaron a Cuba, se halla una obra cuyo personaje grotesco y maligno está diariamente en la realidad, y en las manos de las personas, bombardeando con mensajes alienantes en las publicidades: se trata de Celuleitor.
“Es un celular perverso y malvado; en medio de la función yo intervengo y le pregunto a los niños quiénes tienen celular. Todos tienen. Y todos poseen cuentas de Tik Tok e Instagram. Estamos enfrentándonos a un monstruo que tiene demasiadas armas a su favor”, explicó.
Mensaje a la Misión
Expresó que ve el esfuerzo de la Gran Misión Viva Venezuela por reivindicar a los artistas populares, en diferentes líneas de trabajo, pero en esos vértices cree que hace falta un mayor espacio para la infancia y el teatro.
“Insisto en el teatro, las artes en general. Muchas de las expresiones tradicionales inciden en la infancia”, indicó.
Calle e infancia
“Yo llegué al teatro por accidente y me quedé por necesidad”, reflexionó sobre sus 52 años de vida artística.
En su juventud, al graduarse de bachiller, junto a otros tres compañeros que hacían teatro, enrumbó un viaje por regiones del centro y el sur de América.
“En ese momento lo hacía ante una necesidad alimenticia. Ahora, a mis 73 años, hacer teatro infantil es mi necesidad espiritual. El acto es en la calle, y es teatro para el adulto, el barrendero y el loco; incluso para el opositor que nos puede tirar un cambur o un escobazo en el espectáculo. Seguiré hasta que el cuerpo aguante”, aseguró.





