El Festival de la Tradición

Caracas, domingo 15 de febrero de 1948. El presidente electo en los pasados comicios de diciembre, Rómulo Gallegos, tomaba posesión en el Congreso Nacional. Tras vibrante y prometedor discurso, donde anunció que “educar, sanear y abastecer, serán preocupación predominante, una y trina, de mi gobierno”. Ganó los aplausos del público presente.
Gallegos, de 63 años, tenía gran fama internacional por sus novelas Doña Bárbara, Cantaclaro y Canaima, todas llevadas al cine por productoras mexicanas y protagonizadas por actores de la talla de María Félix, Antonio Badú y Jorge Negrete.
Para acompañar al insigne escritor llegaron a Venezuela en calidad de invitados especiales un número nutrido de intelectuales, políticos y diplomáticos de la América, figuras notables como los colombianos Germán Arciniegas, Baldomero Sanín Cano, los cubanos Fernando Ortiz y Jorge Mañach o el estadounidense Waldo Frank. Hubo también representantes e intelectuales de Bolivia, Brasil, Haití, Chile, Uruguay, Ecuador, Guatemala, Panamá, Puerto Rico, Argentina, México, Perú y Venezuela.
Pero no todo terminó allí. Habría agasajos, conferencias y demás eventos los días posteriores a la toma de posesión. No obstante, el acto de más envergadura fue el Festival de la Tradición que, bajo la dirección de Juan Liscano, se presentó en el Nuevo Circo de Caracas entre el 17 al 21 de febrero. La cultura popular fue magnificada y traída para deleite de los invitados extranjeros y público capitalino que desconocían la magnitud de las tradiciones patrias. Augusto Márquez Cañizales escribiría por esos días en El Heraldo: “Nosotros mismos, oriundos de esta tierra, hubimos de quedarnos perplejos ante la riqueza infinita de matices que en músicas y danzas encierra el alma caleidoscópica de nuestro pueblo”.
El ente encargado de realizar el festival fue el Instituto de Investigaciones Folklóricas, dirigido por Liscano. Los etnomusicólogos Luis Felipe Ramón y Rivera e Isabel Aretz tuvieron un rol destacado en la organización del evento al viajar por toda Venezuela y recoger las músicas y danzas tradicionales. Sin duda, este festival, que fue filmado también, contribuyó al interés general por las tradiciones locales y sería el primer acto cultural masivo que el gobierno entrante de Rómulo Gallegos ofrecía a los venezolanos.