La Guaira es testimonio vivo de superación y fortaleza

“Con la naturaleza no se lucha, se convive”. Esta frase del arquitecto y experto urbanista Oscar Grauer representa la verdad de lo que se ha venido desarrollando en el estado La Guaira, que para 1999 era estado Vargas, de convivir con la naturaleza sin domesticarla, sino complementarla y entenderla. Las lluvias torrenciales de diciembre de 1999 marcaron en los guaireños un antes y un después; cuando el entonces cerro El Ávila, hoy Waraira Repano, se derrapó, arrastró lodo, barro, piedras y troncos hacia la zona sur de La Guaira. Se llevó urbanizaciones, como Los Corales; comunidades enteras, como Carmen de Uria; dejando en sus habitantes una huella de temor que aún, 25 años después, se hace sentir cada vez que el cielo se encapota.
El alcalde del municipio Vargas José Manuel Suárez, quien acompañó al fallecido gobernador Jorge Luis García Carneiro en lo que marcó la recuperación del estado, reflexionó sobre la transformación que ha experimentado esta región desde aquella tragedia. “Fue un evento que marcó profundamente nuestras vidas y que dejó una huella imborrable. En ese momento, nuestro comandante Chávez, con su liderazgo inquebrantable, rechazó las propuestas de declarar este territorio como camposanto. Él no lo veía como una opción. Chávez se calzó las botas del combate y vino a acompañar a los organismos de rescate”, relató Suárez.
El alcalde subrayó que la decisión del entonces presidente Hugo Chávez, de apostar por la reconstrucción de Vargas, sentó las bases para lo que hoy se conoce como La Guaira, un estado renombrado oficialmente en 2019 durante la gestión del gobernador García Carneiro. “Hoy estamos cosechando los frutos de lo sembrado durante estos 25 años de Revolución Bolivariana. Nunca se ha abandonado a La Guaira; aquí seguimos trabajando con amor y compromiso. Esta tierra resurge como el Ave Fénix, convirtiéndose en un ejemplo nacional e internacional de progreso y resiliencia”, expresó el funcionario.
Suárez destacó las acciones concretas emprendidas para la transformación del estado, que incluyeron la mitigación de riesgos, la modernización de la vialidad, el impulso al turismo, la diversificación económica y mejoras significativas en salud y educación. “La Guaira vive una transformación amorosa, producto del esfuerzo colectivo. Hoy, cuando miramos hacia atrás, recordamos el dolor de 1999, pero también vemos el camino recorrido. Este estado, el más joven de nuestro país, está listo para seguir avanzando hacia un futuro próspero y lleno de oportunidades.
A 25 años de aquel desastre natural que transformó su geografía y su historia, La Guaira se presenta como un testimonio vivo de superación, fortaleza y esperanza”, concluyó.
Lección aprendida. Las lluvias aún dejan sus huellas y los habitantes de La Guaira, a pesar de los adelantos en su reconstrucción y la recuperación para el bienestar de la comunidad de las zonas ganadas al mar, temen cuando se presentan porque muchas zonas se inundan por la falta de drenajes o la obstrucción de los canales de desagües. Sus habitantes consideran que el tema no está concluido.
Los residentes del sector Montezuma, en Macuto –uno en los que hubo el mayor impacto en esta parroquia– por ejemplo, cada vez que se anuncian lluvias se preocupan y temen que el río vuelva a salirse de su cauce. Esta comunidad registró casas sepultadas bajo tierra y piedras, aunque muchos vecinos volvieron a esas viviendas “Las lluvias nos llenan de miedo”, expresó un vecino. “Estamos en alerta ante cualquier señal que pueda indicar un nuevo deslave”, aseguró.
Leonardo Hernández, vecino de Carmen de Uria, considera que se debe fomentar la prevención y preparación comunitaria. Esta zona del este del Litoral, en la parroquia Naiguatá, aún muestra las cicatrices del deslave de 1999. Hernández es sobreviviente de la tragedia e insiste en la importancia de fortalecer la cultura de prevención en esta región que, por su geografía, sigue siendo vulnerable a desastres naturales. “La tragedia nos enseñó a ser mejores ciudadanos, pero también nos dejó una gran lección: debemos estar preparados. En 1999 no lo estábamos, y quizás eso habría salvado más vidas”, reflexionó.
Entre las solicitudes de la comunidad destaca la construcción de una capilla en honor a los desaparecidos en Uria y la implementación de programas educativos en escuelas y comunidades para manejar emergencias. “Necesitamos que bomberos y Protección Civil retomen los talleres y cursos de preparación, como los que se impartieron tras la tragedia”.
Subrayó la urgencia de equipar las casas comunales con herramientas de rescate y botiquines de primeros auxilios, así como de capacitar a los ciudadanos en protocolos básicos de emergencia.
Homenaje de fe.
Nelson Galvis, vecino de Macuto, recordó el impacto de aquellos días. “La tragedia de Vargas nos marcó para siempre, no solo por la devastación material, sino por las vidas que se perdieron. Cada rincón de nuestro estado tiene una historia de dolor, sacrificio y valentía que no podemos olvidar. Galvis, desde hace 25 años ininterrumpidos, realiza un homenaje de fe y de memoria de “aquellos héroes anónimos que dieron todo por ayudar”, expresó.
Hoy domingo 15 y hasta el lunes 16 Galvis realiza una peregrinación con la imagen de la Virgen de Fátima desde Maiquetía hasta Carmen de Uria.
La jornada se inicia hoy domingo a las 9 am en la iglesia San Sebastián de Maiquetía. Allí, el párroco Martín Vega ofrece la bendición a los peregrinos. El recorrido incluye paradas, como la Catedral de La Guaira para un responsorio en memoria de los fallecidos y luego en el monumento al Santo Cristo de La Veguita en Macuto, donde se rendirá un homenaje especial al deportista José Luis Delgado, recordado por su heroísmo al salvar a numerosos vecinos.
“José Luis es un símbolo de lo mejor de nosotros, un joven que entregó su vida para salvar a otros. Su memoria sigue viva en este homenaje”, afirmó Galvis, quien recuerda que el joven rescató en su casa a vecinos y los salvó, aunque él después fue arrastrado por la corriente.
El lunes 16 de diciembre, el recorrido partirá desde la iglesia de Caraballeda hacia Carmen de Uria, donde se celebrará una misa de difuntos presidida por el padre Alberto Castillo. Al finalizar, los asistentes lanzarán flores al mar en homenaje a las víctimas del deslave. “Ese mar azul que tanto nos identifica también nos arrebató mucho. Lanzar flores es nuestro acto de reconciliación y recuerdo. Prohibido olvidar lo que vivimos, prohibido olvidar que renacimos como pueblo”, agregó Galvis.