7 octubre, 2025
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La Iglesia católica toma la carta del apóstol San Pablo a los Corintios (XIII, 13) para definir las virtudes teologales que son aquellos dones que Dios infunde en la inteligencia y voluntad de las personas y cuyo fin es conducir sus acciones hacia el Ser Supremo. Esas bondades son la fe, la esperanza y la caridad y que son comunicadas a todos los cristianos en el momento del bautismo.

En el arte de la imagen cuando los conceptos son abstractos, sus creadores se valen de diversos recursos para hacerlas más comprensibles a los fieles. Con el objeto de uniformar su mensaje alegórico, la iconografía recurre para su interpretación a ciertos tratados que explican y dan razón al uso de cada elemento utilizado.

El compendio más importante es la Iconología de Cesare Ripa (1593), difundido y usado por muchos artistas plásticos hasta mediados del siglo XIX. La fe (del latín fides) significa confiar, es la virtud teologal por la cual se cree en Dios. Su perfil iconográfico suele ser una mujer de pie sobre una peana, que, vestida de blanco, sostiene con su mano izquierda una cruz y con la derecha un cáliz con la Santa Forma.

La cruz y el cáliz son los extremos de la fe cristiana, una encarna a Cristo crucificado y la otra el sacramento del altar. Por lo general, la dama tiene una venda sobre los ojos para expresar que la fe es justamente creer en lo que no se ve.

En la cúspide de la atalaya de la Catedral Metropolitana atinamos la expresión artística de La fe de acuerdo con los cánones renacentistas. Esta escultura fue modelada en barro por el pintor y escultor caraqueño Juan Pedro López, fundida en bronce por Luis Antonio Toledo y dorada luego por López. Desde octubre de 1770 corona el campanario, aunque la torre se inauguró el 4 de marzo de 1772 para celebrar el nacimiento del primogénito de Carlos IV, en cuya ocasión se la iluminó por tres noches seguidas con doscientos candiles colocados en las cornisas.

Foco de radiante luz y símbolo de Caracas, hoy ha perdido su brillo de antaño, su cáliz y los travesaños de la cruz pontificia que, de tres, solo resta uno. Testigo de más de 250 años de historia, se trata del primer monumento elaborado en el país y expuesto en los espacios públicos de la urbe, por lo que apremia abordar una restauración experta y restituir así la fe a la ciudad.

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